NO RESPALDEMOS LA PARÁLISIS

“Salta…. ya aparecerá el suelo” Mario Mendoza.

Darle vueltas a nuestra vida actual no soluciona los problemas.

Pensar mil veces que hacer, como organizarnos dentro o fuera de casa o como cambiar una rutina, no va a ayudarnos a vivir como queremos. Analizar infinitamente, hundirse y caer en la autocompasión nos frena hacia los buenos resultados.

ACTUEMOS. Ahora que tenemos tiempo, no busquemos otras excusas. Estar muy ocupado no indica nada más que desorganización vital. El día tiene 24 horas para todos.

Esta parálisis por desorden se refleja en situaciones tan simples como qué comer mañana, en otras trascendentales como decidir cuándo hacerle terapia en el hogar a nuestro hijo, pasando por el descontrol de la economía familia.

Como todo en la vida, los excesos siempre son malos y la parálisis también. Cuando necesitamos que todo sea perfecto y esté listo antes de comenzar a actuar, es más que probable que ese exceso de análisis y control nos bloquee. Y a veces aunque ya hemos dado un primer paso, abandonamos la lucha por no estar centrados en los objetivos correctos. Nos quedamos estancados quejándonos, sopesando e imaginando las distintas opciones y situaciones, sin poner el foco en lo realmente importante o sin tomar una decisión consciente, y permitiendo que nuestro objetivo vital se posponga esperando el momento ideal.

Este círculo vicioso supone la famosa parálisis por análisis.
Imaginar mejores opciones posibles sin llegar a vivir con nuestra realidad actual y sin materializar ningún plan de acción, nos sirve de colchón para no disfrutar de nuestra vida presente.

Esta continua queja nos mantiene inmóviles, pesimistas e ineficaces. Nada cambia, nuestros proyectos siguen sin progresar y permanecemos en el mundo de las ideas y de los deseos, en lugar de movernos y actuar.

Pararse a analizar algo durante demasiado tiempo nos priva no sólo de una gran cantidad de tiempo, esfuerzo y energía, sino de la posibilidad de aprender basándonos en nuestra propia experiencia. Solo a través del ensayo y el error conoceremos que acciones, de las que hayamos decidido emprender, nos acercan o nos alejan de nuestros objetivos. Por tanto, actuar debe de ser una prioridad frente al análisis.

No accionar además de hacernos perder el aprendizaje que nos aporta la experiencia, hace que perdamos el foco, desviándonos de nuestro objetivo, e incrementando nuestras dudas y miedos, lo que se traduce en una pérdida de tiempo y resultados.

Además la falta de acción o de toma de decisiones puede provocarnos sentimientos de frustración tanto por la sensación de que “nunca podemos”, como por la comparación con otras personas que sí están donde a nosotras nos gustaría.

Si intentamos controlar cada aspecto de nuestra vida en busca de la seguridad absoluta, el resultado será justo el contrario: aparecerán nuevas dudas, inseguridades, y por qué no, nuevas excusas, que nos permitan seguir en la zona de confort, desperdiciando así valiosas oportunidades en nuestra vida.

Si de verdad, nos hemos decidido y queremos empezar a ponernos en movimiento, dejemos de justificar nuestra inacción esperando a que el momento, las circunstancias, nuestro estado de ánimo… sean ideales para empezar a hacerlo.

En vez de atascarnos analizando un problema en busca de la mejor solución, utilicemos nuestro tiempo y energía en desarrollar un plan concreto, que nos permita realizar pequeñas acciones para que nuestra decisión, al final, tenga éxito.

Recordemos que pararnos todo el tiempo en analizar, poner excusas y quejas no sólo nos impide la experiencia de vivir, sino sobre todo el aprendizaje que proporciona el ensayo y error.

Alejémonos de las excusas asumiendo que ni las soluciones perfectas ni la seguridad absoluta existen.

Hagamos hoy lo que podamos y queramos, y no procastinemos más.

#anayany
#vidasana
#amorinfinito

FORTALEZA FAMILIAR

“Nada es tan difícil que no pueda conseguir la fortaleza”. Julio César.

Todos los padres del Mundo queremos lo mejor para nuestros hijos, y todo lo que hacemos por ellos es lo mejor que podíamos hacer en ese momento.

No existen malas decisiones, si ya han sido tomadas. Esa era la mejor decisión, porque si no NO la hubiéramos tomado para nuestros propios hijos.

Respetémonos y seamos libres para tomar decisiones sobre temas familiares presentes, pasados y futuros.

Aunque algunas decisiones con los años nos puedan llegar a parecer erróneas, en aquel momento parecían las mejores.

La libertad es el mayor bien que les podemos enseñar a nuestros hijos, como seres únicos y particulares, y nosotros también podemos disfrutarla como padres a la hora de tomar decisiones.

Lo que no tiene sentido es juzgar a los demás o culparse a uno mismo por decisiones anteriores o venideras y cerrar la puerta a nuevas experiencias.

Respetar la libertad de nuestra familia y la de las demás, sin juicios, y valorar nuestra valentía, capacidad de sacrificio para aprender algo nuevo, y tomar la decisión de intentarlo, es para nosotras la clave del éxito en cualquier decisión conjunta. Seamos un equipo con fortaleza para afrontar las cosas.

No somos perfectos, y nosotras nos hemos equivocado y nos seguiremos equivocando porque estamos vivas.

Pero apreciamos el coraje de quienes buscan, como nosotras y consiguen un crecimiento, sin darle margen a la resignación.

Tenemos derecho a decidir libremente y estas decisiones pueden marcar el destino.

Bienvenido todo lo positivo a nuestras vidas y a todas las vidas de quienes lo elijan libremente.

Como decía Stephen Hawking, “ni el pasado ni el futuro existen” disfrutemos del aquí y el ahora.

Confiemos en nuestro instinto para abrazar el cambio y sintámonos totalmente libres de cargas pasadas y futuras.

En eso consiste la libertad.

#anayany
#vidasana
#yomequedoencasa

INTENTANDO CALLAR NUESTRAS BOCAS

«Odio los juicios que solo aplastan y no transforman» Elías Canetti.

Las personas estamos hechas de valentía y esperanza, por eso si despertamos, no dejamos pasar las injusticias ni dejamos que nos callen, siempre desde la compasión hacia los que no reconocen un problema común, respetando su ignorancia.

Reivindiquemos nuestros derechos y expongámoslos con mayor o menor efusividad, según el día, que todos somos humanos y no perfectos.

Pero a nosotras nadie nos hace callar. Y menos amparándose en el populismo de la situación actual. Si algo está mal, está mal y no nos debemos callar.

Podríamos decir que ciertas personas no juzgan situaciones globales, sino que juzgan los pequeños eventos reivindicativos de su entorno, buscando el beneficio propio, sin mirar por el bien común. Muchos “ismos” han surgido de estos pensamientos arcaicos.

Deberíamos de ser todos conscientes de que no podemos saber de todo. Si no conoces sobre un tema y no lo experimentas, y si no te informas y no aprendes… ¿Por qué lo juzgas y lo criticas?¿Por qué nos quieres quitar la voz?

JUZGAR ES TAN FÁCIL QUE TODOS SABEMOS HACERLO.

Juzgan basándose en heurísticos que les anclan en el reduccionismo, la simpleza y la subjetividad, sin fijarse en el hecho en sí, ni en el beneficio común del hecho reivindicado.

¿Por qué hay personas que están constantemente manipulando la opinión pública, criticando, juzgando, valorando y hablando de cosas que no conocen?

Siempre que exista un daño para alguien, y se pueda evitar, mirar hacia otro lado o guarecerse en populismos es simplemente despreciable.

¡Cuánto nos queda por aprender a los seres humanos!

Cuando alguien hace un comentario desde el amor, la experiencia, el conocimiento y la humildad, eso se llama ayuda y aprendizaje a través de la experiencia.

El resto es intentar taparnos la boca con proclamas populistas. Y lo pueden intentar, pero nuestra libertad de expresión nos ampara.

Defendamos siempre los derechos que nos han costado tanto adquirir durante años.

Todos somos iguales, todos somos diferentes, todos tenemos derecho a pedir información a los responsables, a expresar nuestra opinión y a reivindicar nuestros derechos desde el respeto al prójimo.

#anayany
#amorinfinito
#yomequedoencasa
#nomecallonidebajodelagua

VIVIR SIN NEGAR EL MIEDO

“ Receta para perder el miedo:

1. Tres rugidos de león. Hay que enfadar al león para que ruja. Si no vives cerca de un zoológico, puedes rugir tú mismo.
2. Medio kilo de lágrimas de fantasma. Pregúntale a tu abuela si conoce alguno.
3. Un pellizco de melancolía de ogro. Son difíciles de encontrar, suelen vivir en los cuentos, aunque podemos tener alguno de vecino.
4. Cantar en voz alta. Al miedo le da mucha rabia.
5. Hacer una mermelada y tomarla con rebanadas de gritos.”

“Recetas de lluvia y azúcar” Eva Manzano y Mónica Gutiérrez Serna.

Tener miedo es inherente a estar vivo. El miedo se debe a una falta de conocimiento y de comprensión de lo “desconocido”. Reconocer que no podemos saber todo y controlar todo, transforma el miedo en un recurso beneficioso. Cuando comprendemos esto, el miedo se vuelve nuestro amigo.

Podemos utilizar nuestro miedo para centrarnos más en el presente, porque cada momento es una oportunidad.

Hagamos frente a nuestros miedos con coraje, con entendimiento y con bondad hacia los demás y no perdamos el tiempo.

Hablemos con nuestros seres queridos, amigos, gente con la que compartamos experiencias vitales, profesionales…hasta ser capaces de convertir lo que en un principio era “desconocido”, en parte de nuestro conocimiento y entonces desaparecerá el miedo.

El miedo no es ni bueno ni malo. El miedo es neutral. Aquello que es positivo o negativo, es nuestra respuesta y nuestra relación con el miedo, la manera en el que lo entendemos, el enfoque, cómo lo canalizamos, etc. El miedo no existe intrínsecamente, si fuera así no experimentaríamos ni paz ni compasión en absoluto, surge de relacionarnos con el Mundo.

Comprendamos por qué tenemos miedo y aprovechemos la oportunidad de mejorar.

Comprender el miedo implica comprendernos a nosotros mismos.

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#vidasana
#antifragilidad
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CUESTIÓN DE PALABRAS

“Las palabras tocan nuestros corazones. Son las que, más que ninguna otra cosa, nos hacen seres humanos y pueden manifestar todo un Mundo dependiendo de la intención con las que sean dichas.” Any Pascual.

Existen dos tipos de palabras y por lo tanto dos clases de conversación y en último término de comunicación: las palabras-alimento y las palabras-basura.

Dependiendo de cuál usemos, lo que nos digamos unas personas a otras cambiará radicalmente, y también cómo lo digamos. Así que es necesario ser conscientes y saber si las palabras con las que nos comunicamos alimentan o son basura que acumulamos sin decidirnos a tirarla al contenedor.

Las palabras-alimento, como su nombre indica, son palabras que nutren, que construyen, que informan, son palabras positivas y al mismo tiempo son mucho más que mero positivismo, pues generan una comunicación en la que se aprende algo nuevo, en la que se comparten ideas y en la que todo el mundo está deseoso de ser alimentado y alimentar gracias a ellas.

Las palabras-basura son exactamente lo contrario y hay dos clases.

Una es lo que podríamos llamar palabras “comida rápida”. Cosas que se dicen solo por conversar, por llenar el hambre que genera el silencio y que ni son positivas ni nos aportan nada. Muchas veces, aunque no todas, estas palabras comida rápida, son palabras negativas y se utilizan también para hablar de lo que pasa en el mundo exterior, o en el interior de otras personas que no están presentes, y que no nos gusta.

Muchos de los canales de noticias, los grupos de RRSS o los programas de tv utilizan estas palabras de comida rápida cuando se quedan sin información verdaderamente útil.

El otro tipo de palabras-basura son aquellas que en cierto momento sí fueron palabras alimento, o que de haberse “conservado” mejor (de haberse dicho con otro tono o en otro contexto) sí hubieran alimentado, pero que por lo que sea se han podrido.

Estas palabras acaban generando un olor horroroso y la mayoría de la gente, al contrario que con la basura física, las deja ahí en un rincón de su mente, envueltas por capas de bolsas-ego, para que no se desparramen por todo el lugar y llenen con su olor y podredumbre zonas que en apariencia están limpias.

Lo más sano es obviar esta clase de palabras, y retenerlas solo momentáneamente en unas bolsas-ego de una única capa biodegradable (de fécula de patata por ejemplo), para que podamos seguir funcionando en la situación en las que estas palabras se han generado. Y después, lo antes posible, a solas, separar esa basura y tirarla al contenedor correspondiente: falsas expectativas, poca autoestima, críticas destructivas, las preocupaciones, el “¿qué dirán?”, etc. Y también las cosas más crudas, las que han estado pudriéndose en la “nevera” durante años y por una causa u otra ahora debemos afrontar: viejas rencillas familiares, insatisfacción laboral profunda, el miedo a no ser suficiente…

Y así, siendo puntualmente optimistas, esperar que eso se vaya desintegrando poco a poco y limpiar toda nuestra casa-mente para generar un entorno en el que esas mismas palabras-basura tengan cada vez menos potencia, “huelan” cada vez menos. En el que las palabras-basura estén compuestas mayormente de “residuos orgánicos” que sirven, con un gran trabajo y mucho tiempo, de introspección para hacer compost y así al final, casi sin darnos cuenta, esas cosas que nos dolían, tras un tiempo y mucha alquimia, se trasformen en la siguiente comida deliciosa sacada de nuestro propio huerto, que tenemos frente a nosotros, nuestro corazón.

Siempre hay esperanza para las palabras basura, porque lo que es basura o alimento también cambia dependiendo de la persona y sus circunstancias. Saber que ahí afuera existe la palabra-basura, nos ayuda a apreciar lo rico que está la comida de verdad, viva, real, orgánica; vivir, pensar y decir desde el amor, la felicidad y la paz común.

Distinguir las palabras-alimento entre todas las palabras-basura nos ayuda a verlas y a atraerlas más y así nuestra alimentación mental proliferará de un modo consciente.

Alimentemos también con las palabras, porque así crearemos un Mundo lleno de armonía y amor con nosotros y la naturaleza, y también entre nosotros.

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