La niñez fue dura, la pubertad un camino incontrolable y ahora en la adultez temprana avanzamos juntas, como siempre, por lo desconocido.
Ambas tenemos claro que nuestra vida especial es un camino en espiral, en el que somos felices o aprendemos, independientemente de las circunstancias. Por eso hemos elegido vivir eternamente juntas, con el máximo equilibrio posible y según el nuevo conocimiento y las enseñanzas que nos aportan experiencias previas.
La adultez ya nos une, y nos muestra la necesidad de seguir viviendo con resiliencia, por distintos motivos: el mundo es veloz y no para. Por eso hace años que frenamos el determinismo, con nuestra actitud, desde nuestro interior, aceptando lo que somos, lo que la vida nos trae, y modificándola gracias a nuestro libre albedrío y libertad de elección. Traemos luz a nuestra vida con nuestra actividad creadora diaria, cuidados y amor, frente a la posición más aceptada en temas de discapacidad: la noche oscura del alma. No nos consideramos víctimas, simplemente somos humanas, con distintas capacidades, con esencia y luz, aceptando la parte de oscuridad pero sin que esta nos guíe, y disfrutando de las maravillas de una vida común con caducidad.
Una de dos, o disfrutamos o aprendemos. Siempre hemos sabido que no hay tiempo que perder en lamentos, objetivos inalcanzables o pensamientos caducos. Somos conscientes de que, desde la intención, a diario podemos crear lo que deseamos, con felicidad, amor y deseo de vivir en plenitud, y así lo hacemos.
Elegimos ser felices independientemente de las circunstancias, también en esta adultez compartida que acaba de empezar.
¡Sí se puede!
Un abrazo de osa 💗💗💗 y otro de Luz ✨
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