Una casa es una casa. Las hay para todos los gustos: áticos, apartamentos, casas de campo… Lo ideal sería que, en este sentido, cada cual pudiera elegir lo que más le guste, aunque no siempre es así.
Pero nosotras tenemos claro que nuestro hogar no es una edificación, pequeña o grande. Es un sitio de refugio, bello y acogedor, o así lo vemos nosotras.
Nos gusta cambiar de casa, pero siempre la hacemos nuestro hogar. Aunque todo sea nuevo, todo vibra en la misma frecuencia que nosotras deseamos para nuestra nueva situación. Y al cabo de unos pocos meses, ya hemos creado nuestro nuevo hogar.
Y si nos tenemos que ir por las circunstancias de la vida, le damos las gracias y nos vamos. Nada ni nadie nos puede atar o privar de libertad, el hogar lo hacemos con nuestro amor, no con determinados ladrillos.
Disfrutar de un hogar supone para nosotras poder vibrar libremente con lo que nos rodea.
“Mi hogar” (incluido en el libro Sensibilidad: Los poemas de una Adolescente Altamente Sensible).
La mayoría
construye sus viviendas
usando ladrillos o piedra.
Mi hogar está hecho de amor,
confianza,
recuerdos,
y polvo de estrellas.
En ese orden.
Muchas personas ven en sus casas solamente un lugar para dormir;
para mí, es el mejor espacio donde soñar.
Any Pascual.
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