He aquí que un hombre se encuentra con un anciano en un remoto rincón de la India, en las abruptas montañas del Himalaya. Solo están ellos y deciden hacer juntos un trecho del camino.
Al despedirse, el anciano le pregunta al hombre: ¿Qué busca por esos parajes? Y éste dice: – Llevo años tratando de encontrar un verdadero maestro, digno de impartir la Enseñanza. Y usted ¿qué hace por aquí? El anciano responde: – Llevo toda mi vida tratando de encontrar un verdadero discípulo, digno de recibir la Enseñanza.
A veces el discípulo se torna desmesuradamente exigente con el maestro e incluso se cree con derecho a recibirlo todo sin dar nada a cambio, ni siquiera su buena disponibilidad, su sinceridad y su motivación. O se torna un tiempo desmedidamente dependiente del maestro y se ciega con su malentendida y torpe entrega, o quiere manipular al maestro y se cree con derecho a ser especialmente atendido. No es raro que se decepcione del maestro, simplemente porque no ha sido capaz de superar sus agujeros psíquicos y porque sus neuróticas expectativas le conducen a la frustración. El maestro no puede hacer el trabajo por el discípulo . Hay muchos mentores falsos; también muchos discípulos falsos. A veces el maestro soporta una gran carga, porque tiene que estar siempre en disponibilidad del discípulo, que en cuanto no es atendido de acuerdo a sus expectativas, se siente defraudado y al mismo maestro que inmaduramente amaba, comienza, con la misma inmadurez a despreciarle. #anayany#amorinfinito#vidafeliz
“No he fracasado. He encontrado 10.000 maneras que no funcionan.” Thomas Edison.
Para nosotras el éxito es algo de lo que sentirnos orgullosas, algo en lo que hemos conseguido un resultado óptimo y que hacemos con amor.
Por eso para tener éxitos en nuestra vida invertimos tiempo, amor y dinero.
Como nos han dicho muchos “no”, “no se puede”, “eso no funciona”, etc. somos expertas en romper estadísticas, probabilidades y cambiar. En transformar crisis”en éxitos.
La perseverancia es nuestro mantra, sabemos que conseguiremos logros si nos formamos, practicamos y continuamos. Eso sí, tenemos que elegir bien el camino a seguir y claro que nos equivocamos muchas veces, pero con los años hemos aprendido a elevar nuestro instinto, detectar a los falsos maestros y a apreciar los aprendizajes que conlleva un error.
Si hemos sido capaces de vencer al Diagnóstico del Sistema Médico, a la Rigidez del Sistema Educativo, a la Barrera Mental del Avance Continuo en Discapacidad, a la Socialización con una Dieta Restrictiva, a la Dependencia Económica de un Trabajo por Cuenta Ajena, etc., ya no nos ponemos límites.
Any nos ha mostrado siempre el camino hacia la LIBERTAD, el AMOR y la SALUD. Así que sabemos lo que es trabajar muy duro con un objetivo claro, y tener paciencia durante años, porque sabemos que el resultado siempre llega si hacemos bien las cosas.
No creemos en promesas exageradas, ni rápidas, ni caídas del cielo. Creemos en el trabajo continuo e inteligente, en la formación continua y en el placer de disfrutar del camino haciendo lo que nos gusta.
No hacemos nada que no queramos hacer, y nada ni nadie nos puede parar si nos proponemos un objetivo real, alcanzable y duradero en el tiempo.
Porque una de las cosas que Any nos ha enseñado, es que TODOS SOMOS IGUALES. Y que para gritar bien fuerte esta consigna y que se nos oiga, en vez de levantar la voz tenemos que ayudarnos los unos a los otros, para buscar la EQUIDAD. Y que si nos trabajamos todas las áreas de la vida, LA RIQUEZA GLOBAL nos llegará buscando el EQUILIBRIO.
Tener una hija para mí, era algo muy deseado. Como la busqué, sabía que ella me encontraría y que juntas haríamos un tándem especial. Lo que no sabía es que sería la pieza del puzzle perfecto para ayudar a Mamá y Papá y que nosotros floreceríamos a su sombra, porque ella es LUZ.
Gracias Any por ser nuestra Maestra del éxito diario.
“…De decisión en decisión llega el hombre a la Eudaimonia (excelencia y felicidad) o, a su contrario”. Aristóteles.
Somos seres humanos y para ser felices, necesitamos, como dice Aristóteles: bienes del cuerpo (salud, belleza,etc.), bienes externos (dinero, poder, prestigio, etc.) y bienes del alma (paz, placer, etc).
Y la sabiduría es imprescindible para saber en qué grado y en qué orden debemos perseguir cada uno de esos bienes hasta alcanzar el equilibrio.
Por eso nosotras practicamos la Eudaimonia, el camino a la Felicidad, a través de cuidar el alma, ser excelentes, plenos y felices, lo que implica practicar a diario la disciplina de ordenar nuestras prioridades vitales o practicar la filosofía del amor infinito.
Nos esforzamos a diario en vivir lo mejor posible ese día.
Estamos atentas, para que no nos arrastre el consumismo, el activismo, la lastima, los pendientes…
Y somos racionales y conscientes de nuestras decisiones y elecciones vitales para evitar perder el equilibrio.
Por eso la determinación en todos estos campos es imprescindible. Porque retrasar una decisión consciente es retrasar nuestra felicidad.
Si no damos un paso ya, hacia el mantenimiento del equilibrio en todos los aspectos (sabiduría, abundancia, salud…) estamos retrasando nuestra FELICIDAD.
En este momento de nuestras vidas perseguimos mantener el equilibrio, ya que hemos dedicado muchos años a los bienes del cuerpo, del alma y a crear los bienes externos que necesitamos.
Pero mantener el equilibrio supone mucho trabajo diario y no dejar ni un día de aprender, cambiar y avanzar.
Porque no hay metas, todo es camino, todo es cambio, y tenemos que seguir para no perder ese equilibrio con los devenires de la vida.
“La medida de lo que somos es lo que hacemos con lo que tenemos”. Vince Lombardi.
Chakras. He realizado una breve introducción a su equilibrio y desequilibrio, que iré desarrollando en profundidad próximamente.
En el ámbito de la espiritualidad (y especialmente en la visión oriental de la misma) se ha hablado y escrito mucho sobre los siete chakras corporales y sus características.
Aun así, a menos que se lea extensamente sobre el tema, hay un aspecto que no se suele tratar en profundidad, el cual me dispongo a explicar en estas palabras: el equilibrio y/o desequilibrio en la salud de cada uno de ellos y del sistema de chakras en su conjunto.
Los chakras, por si alguien no lo sabe todavía, son los centros principales de energía vital de nuestro ser, donde se acumulan y se concentran grandes cantidades de vibraciones para permitir que las distribuyamos de la manera más eficiente y eficaz posible para que exista bienestar y vigor a todos los niveles.
Existen decenas de chakras repartidos por nuestro “cuerpo” físico, emocional, mental, etérico, energético, álmico, áurico y espiritual, por mencionar tan solo algunos de los planos en los que simultáneamente somos.
Yo voy a centrarme en los siete chakras que regulan nuestro equilibrio físico, los siete más conocidos, y hasta cierto punto populares.
Muchos de nosotros tenemos desequilibrios en nuestra vida, hay situaciones en las que no podemos fluir, sentimos desarmonía o insatisfacción, o experimentamos algunas muestras más graves de que algo no está bien, no “cuadra”.
Muchas veces, eso está relacionado (de un modo u otro, pues la ley de causa y efecto siempre puede funcionar en ambos sentidos) con un desequilibrio en un chakra, con la falta de balance en cuanto a la relación entre dos chakras o con una alteración en el funcionamiento de todo el sistema.
Para que podamos sentir alegría, satisfacción y bienestar, los chakras necesitan estar abiertos, activos, sanos, llenos de energía, funcionando a su ritmo y limpios.
Cuando sentimos paz, el mundo funciona, conseguimos nuestros objetivos, evolucionamos y nos damos cuenta de la magnificencia de estar vivos, es porque los chakras están funcionando a su máxima capacidad en equipo y armonía; y a veces también puede ocurrir a la inversa, que alguna influencia externa nos libere o nos bloquee uno o varios chakras, como el miedo a perder la casa (seguridad, primer chakra) o la falta de amor en la familia (compasión, cuarto chakra), una oportunidad para expresar nuestra verdad (comunicación, quinto chakra) o una experiencia de comunión con el Universo durante una meditación (espiritualidad, trascendencia, séptimo chakra), aunque es más habitual que sean las circunstancias internas las que modifiquen la realidad de nuestras vidas.
Según mi experiencia, hay dos clases distintas de desequilibrios en la energía de los chakras; principalmente, el completo, el de apertura o bloqueo total, en el que un chakra se para y abandona sus funciones o tiene demasiadas energías que gestionar y se sobrecarga por exceso (lo cual también ocurre de vez en cuando); y el menor, en el que un chakra activado actúa más intensamente de lo que es saludable para su vibración o se ralentiza y causa esa sensación de que estamos “atascados”.
Un poco más de conocimiento sobre los chakras nos puede ayudar a saber concretar qué desequilibrios explícitamente están más relacionados con cada uno de estos centros más que con los demás. Porque, comúnmente, los desequilibrios suelen producirse en varios chakras a la vez, al estar todos intrínsecamente unidos. Recomiendo decididamente leer y formarse, para poder comprobar esta información de primera mano y ver si encaja con la voz de la propia intuición. Yo no soy quién para decir que una situación en concreto se basa en algo específico, solo voy a contar lo que he aprendido y comprendido después de años de leer y experimentar en mi propio cuerpo la sabiduría de estos cúmulos de energía que rigen los procesos de toda la vida.
Para hacer más sencilla la asimilación de todo este campo vasto que son los chakras, y para poder detallar más profundamente lo que conozco y sé acerca de su equilibrio y desequilibrio, así como para especificar las causas probables de los mismos y explicar las relaciones entre todo su sistema, estaré publicando próximamente entradas particulares dedicadas a cada una de las ruedas de la vida.
No me creáis nada, informaos, formaos y experimentadlo. Solo así sabréis de verdad cómo lograr equilibrio a través de los chakras.
«Soy una hermosa mariposa» Strudell de «Bichos», Disney.
Existen miles de películas románticas, y muchos libros con portadas bonitas, que intentan enseñarnos qué es el amor, cómo expresarlo y cuál es su significado.
Pero en realidad, todas esas producciones no captan la esencia del verdadero amor.
El amor consiste en dar, en ser feliz, en aceptar, en comprender y conocer, en perdonar, en ceder, en estar ahí, en escuchar, en valorar a la otra persona, en buscar oportunidades para compartir, en ser libres para hablar, en la importancia que le das al otro, en la tolerancia, en la felicidad que sientes cuando estás con esa persona, en las ganas de crear momentos valiosos, en los valores comunes, en la disposición a ayudar, en el cariño, en querer abrazar, en la confianza, en el respeto…
Cuando la mayoría de los humanos pensamos en el concepto de amor, de inmediato recordamos el romanticismo de las relaciones de pareja, en las emociones que se despiertan hormonalmente cuando alguien se enamora…
El amor es mucho más profundo que el hechizo de quien cae enamorado, y la verdadera cara de los sentimientos solo se muestra cuando la realidad impera.
Muchos de nosotros quizá querríamos que la sensación del amor apasionado no se acabara nunca, y está bien querer eso. Pero cuando la Vida te muestra el verdadero significado del amor, es en los momentos más difíciles, cuando te das cuenta de todo lo que te has estado perdiendo tan solo por estar obnubilado.
El amor no es solamente romance. Una madre que lo da todo por cuidar a su hija, por ejemplo, que cambia, se adapta, es diferente, crece y ama muchísimo a su familia, es un claro ejemplo de amor infinito.
Los cambios son difíciles, porque nuestro ego lucha para mantenernos seguros, intentando alejarnos del peligro que ve en lo desconocido. Nuestro ego quiere, por encima de todas las cosas, mantenernos enteros, seguros y a salvo, y cree que amar nos hace daño.
Por eso, todos tenemos que hacer un esfuerzo consciente y consistente cada día para demostrar que amar nos sana, que amando estamos a salvo.
El amor nos devuelve a aquellos momentos en los que éramos niños, y el ego nos dice que eso es peligroso porque, siendo niños, dependemos de los demás y tienen alguna oportunidad para hacernos sufrir.
Necesitamos decirle una y otra vez a esa voz en nuestra cabeza que está bien ser vulnerables, que podemos entregar lo que somos a otros.
Necesitamos recordar que para recibir se ha de dar.
El amor verdadero se basa en la pureza, y es lo que nos rodea y nos compone cuando estamos en un plano no físico. El amor es quienes somos, y por eso el propósito de la vida es recordar; recordar que somos perfectos, recordar que todo está bien.
El amor es plenitud, es verdad, bondad y belleza, es presencia y es unión.
Cuando amamos, somos quienes realmente somos, y brillamos con una luz especial que se puede sentir.
Hay varios tipos de amor (el de la pareja, el de los amigos, el de la familia, el de las cosas materiales, el de los hábitos, el de la belleza, el de la vocación y el trascendental o divino, entre muchos otros) y, aun así, la separación es ilusoria y las barreras no existen, porque cada uno de ellos es una manifestación del amor que está dentro de nosotros y a nuestro alrededor, el amor que conforma nuestras células y las hace funcionar, que crea la comida que comemos y cada cosa que creemos poseer, el amor que genera viento o lluvia, el amor que manifiesta continuamente todas las condiciones para la vida, el amor que mantiene los planetas girando, el amor que hace al alma del Universo latir.
Todos los seres humanos estamos hechos de esa misma fuerza inconmensurable que crea vida, pero lo hemos olvidado y nos hemos creado nuestra propia “casa de espejos” en la que nos vemos irrealmente diferentes a nosotros mismos y a los demás; nos la hemos creado tan bien (cómo no, si somos creadores de galaxias) y hemos vivido en ella durante tanto tiempo, que consideramos al reflejo lo reflejado y perdemos la perspectiva necesaria para vernos con claridad.
Cuando vamos a una “casa de espejos” física, en la que sabemos que vamos a ver trucos y falsedades, la mayoría comprendemos que en realidad no somos tan altos como nos muestran, que no somos tan delgados como un dedo, que no tenemos el tamaño de una ballena ni un único ojo. Sabemos que esos espejos pueden decirnos cosas, pero la verdad no es lo que nos cuentan.
Entonces, si sabemos que una carpa en un circo cambia lo que vemos y cómo lo vemos tan drásticamente, si sabemos que eso no es cierto… ¿Por qué pensamos que nosotros no hacemos eso mismo? ¿Por qué confiamos en nuestra visión del mundo, cuando la mente humana modifica tanto la vida que, si no la utilizamos conscientemente, es la mayor “casa de espejos” del mundo?
Solo conozco una manera de revelar lo auténtico en la existencia: el amor.
El amor es calma, serenidad, quietud. El amor es equilibrio.
Cuando nos emocionamos demasiado, nos agitamos, nos inquietamos.
El amor es sonreír porque sí, sin que haya nada aparente que nos remueva.
El amor verdadero es estar bien. Simplemente estar bien.
El amor nos cura, nos relaja, nos conecta.
El amor nos ayuda a relacionarnos con los demás sin reproche, porque aceptamos sin resignarnos.
El verdadero amor es ver la maravilla de cualquier cosa.
El amor verdadero es apreciar la vida sin necesidad de esa frase hecha que dice “solo se sabe lo que se tiene cuando se pierde”.
El amor verdadero es dar amor completamente, con el corazón y el alma, siendo felices simplemente dando.
El amor verdadero es ser uno mismo, con confianza y conscientemente, y amar y alentar y disfrutar de que los demás sean ellos mismos con confianza y consciencia.
Transformemos el miedo y el ego y hagamos alquimia para crear amor. Recordemos que todo está bien. Nosotros somos amor, no miedo, y ese amor está y estará ahí siempre, porque es la esencia inmutable que nos acompaña toda la existencia.
El miedo y el ego son una crisálida, y los necesitamos en cierto punto para sobrevivir, pero ya no más.
No somos la crisálida, somos una semilla de un árbol magnífico que puede dar muchos frutos deliciosos al mundo si lo permitimos.
Somos mariposas pensando ser orugas, y el amor, en su verdadero significado, es recordar que contamos con las alas que nos ayudan a volar si las abrimos, nos liberamos del miedo y amamos de verdad.