“Nuestros hijos no necesitan “supermamás”, ¡necesitan mamás felices!” “Mamá sustentable” Sonia Castro.
Tiempo es vida y es energía. Démonos tiempo para nosotras mismas. Ni casa, ni trabajo, ni otros…
Ya es hora de tener una cita con nosotras mismas siempre que queramos: mi tiempo, mi vida, mi espacio, mi energía…
Busquemos estar libres de obligaciones para poder dedicarnos a nosotras. El día tiene 24 horas para todos, hay que saber decir NO a los demás y SÍ a nosotras mismas.
Cuidémonos desde el amor, la paz, la felicidad, etc. Tratémonos con ternura y cariño.
Seamos poderosas a través de la vulnerabilidad, la imperfección y la antifragilidad, reconociendo que todas somos diferentes, pero todas tenemos necesidades propias que atender para vivir felices, y así nos empoderarnos.
Necesitamos tiempo propio para sentirnos, cuidarnos, amarnos, etc. Lo divino es la manifestación de lo humano. Sintámonos divinas y busquemos tiempo para ello. Cada una a nuestra manera.
No nos conformemos. Busquemos recargar las pilas siempre que lo necesitemos, creyendo que es lo mejor para nosotras mismas y para los demás. Madurar es arduo y trabajoso, pero pasa por reconocer la necesidad de autocuidado.
Para tener una vida feliz podemos rodearnos de hábitos diarios que nos supongan alegrías activas: preparando la comida mientras nos tomamos un café y vemos un vídeo de algo que nos apetece; haciendo la casa mientras hablamos con una amiga, etc. Y siempre surgen alegrías pasivas las que nos dan o llegan de fuera. Pero también necesitamos más cosas propias, íntimas, que nos colmen de alegría: sentarnos solas en silencio con un té frío sin hacer nada, darnos un baño relajante, leer un libro mientras tomamos el sol, salir a dar un paseo lento, etc.
Elijamos darnos pequeños autocuidados diarios además de dar lo mejor de nosotras mismas con la voluntad de servir a los demás. Ambas cosas son importantes.
Es tan fácil como querernos mucho y convertir esas acciones diarias de autocuidado en hábitos: comer sano, mover nuestro cuerpo, descansar, meditar, mimarnos, escucharnos, agradecer…
El autocuidado es poder.