LIBROS, LOS MEJORES REGALOS.

«Porque es la forma más económica de regalar un viaje. Además, puede ser al presente, al pasado o al futuro, a otra ciudad, país o planeta». Juan José Santana.

Cuando queremos obsequiar algo especial, muchas opciones nos vienen a la mente, y una de ellas, seguro, es un libro.

Regalar un libro supone que otra persona va a adoptar un nuevo miembro para que habite una de las estanterías de su hogar. El hogar de tu mejor amiga, tu hija, tu pareja… Un compañero del que aprender, al que respetar, amar y cuidar. Por eso para nosotras es muy importante pensar con tiempo a qué persona le vamos a regalar ese libro, conocer su mundo interior, sus gustos y sus disgustos, para sorprender. No se trata tanto de que le guste como de que le sorprenda su lectura. 

Un buen libro no deja indiferente a nadie.

El cielo es el límite cuando los autores se dedican a crear libros mágicos desde el corazón. Por eso los temas se adaptan a todos los públicos, así que siempre encontraremos uno adecuado.

Nosotras hemos ojeado cientos de libros en librerías, ferias, presentaciones, bibliotecas, etc. Y hemos encontrado verdaderos tesoros que conservamos como oro en nuestras estanterías.

Nos encanta regalar presentes llenos de letras para crear futuros mágicos. Poesía, cuentos para niños, novelas, no ficción, etc. Las posibilidades son muchísimas.

Nos encantaría que nos dejaras en los comentarios el enlace a ese libro que te ha marcado para siempre, seguro que le viene como un guante a alguno de nuestros amigos. Gracias. Yo, este año, lo tengo claro.

Hoy hemos aprendido que los libros huelen también a presentes de amistad.

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EL PLACER DE LEER.

“Si no te gusta leer, no has encontrado el libro correcto”. J.K. Rowling, escritora y autora de la saga Harry Potter.

Cada persona tiene su libro, una historia que resulta casi como la propia, un tema que hace vibrar al alma. Y cada historia tiene su lector. Por eso, leer no se trata de pasar las páginas y analizar frases. Los libros han de despertar el interés, darle un toque al corazón y estimular la mente, llenándola de nuevas perspectivas. Que pueden ser tan viejas como el pasar de los siglos, o tan actuales como una biografía, pero siempre resultan interesantes para quienes las leen por primera vez. ¡Y qué decir de releer! Ese es el mayor regalo que la lectura da y a la vez recibe.

Porque ¿Qué hay mejor que releer una novela, aun sabiendo cómo termina, para reencontrarse con los personajes como si fueran amigos de la infancia? ¿Qué hay mejor que redescubrir un ensayo, ahora que ya se puede entender el tema principal, para nutrirse de ello? 

Revivir la propia vida con ojos nuevos, así es la segunda lectura. Y la tercera, la cuarta, la quinta…

A veces, lo único que se necesita es pasear entre hojas y tinta para descubrir de qué vidas nos hablan.

Y cuando no nos encontremos, pasemos a través y llegaremos hasta el espejo que nos espera en el interior. Porque al fin y al cabo, un libro es cosa de dos.

Parafraseando a los físicos cuánticos, el lector cambia lo leído.

Por muchos ejemplares que haya, cada uno es único. 

Siempre que una frase nos cambia la vida, una vida también cambia la frase. Los libros que nos gustan, nuestros favoritos, se nutren del intercambio de energía que ocurre al entrar en contacto. Así, podemos decir que les damos personalidad propia, vida. Tal y como ellos nos la dan a nosotros. Nuestra vitalidad pasa a ellos, que nos la devuelven, pero mejorada. Porque ese es su propósito, mostrarnos lo vital que es vivir para que podamos elegir con el corazón.

Comprar un libro no es solo pagar por un texto, es acercarse a la frontera entre uno mismo y los misterios, aún sin límites, del universo literario.

Déjate llevar, abre las cubiertas. La Vida te está enseñando algo. Si decides escucharla, te ayudará a encontrar tu voz. 

Hay un libro esperándote. Ojalá sea el tuyo.

Aprendizaje: Leer, y leer mucho, abre ventanas, puertas… ¡Y la casa entera!

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CUÉNTAME UN CUENTO

“Cada persona es un campo en el que puedes hacer germinar una semilla” Ramiro Calle.

¡Qué gran regalo para un niño poner un buen cuento en su vida!

Los hay maravillosos y muy diferentes: unos viejos, otros no tanto, unos de fantasía, otros reales como la vida misma.

Ir a comprar un cuento, para mí siempre ha sido mágico. Un cuento de esos que te tiras horas y horas en la librería y… ¡por fin! Me llama desde un rincón y no puedo más que leerlo de principio a fin antes de decir con una sonrisa en la boca: “Envuélvamelo para regalo”.

Y qué felicidad para los padres poder transformarnos cada noche en “cuentacuentos”. Con variadas voces para los personajes, con el cambio de entonación constante para no bajar la atención, con onomatopeyas suficientes para hacer crecer la magia y al mismo tiempo dejar sitio a la imaginación…

Recuerdo perfectamente que cuando Any conoció a Robert Kiyosaki una de las primeras cosas que le dijo a su padre fue “Tienes que agudizar un poco más la voz, no la tiene tan grave”. Tantos años leyendo y releyendo “Padre Rico, Padre Pobre” a la hora de dormir, que la voz ya formaba parte de la historia tanto como el  personaje.

La magia surge cuando le lees todas las noches su libro favorito. El contacto con el texto, la forma de expresión, las cadenas neuronales que se establecen durante la lectura, la amplitud de vocabulario, la crítica constructiva hacia un escrito u opinión, la independencia intelectual, etc.

Y es mejor aún cuando a temprana edad un niño ya lee todo lo que cae en sus manos. Entonces es difícil que alguien pueda cuestionarle, aunque piensen que está en la fase premoral. 

Sé que hay corrientes para todos los gustos sobre este tema, pero nuestra experiencia ha sido tan maravillosa con la lectura temprana que lo vemos tan normal como que un niño se tire horas y horas dándole patadas a un balón u otro tocando el piano. Siempre que sea motivo de júbilo, diversión y fomento de la imaginación, a nosotras nos parece fantástico empezar cuanto antes mejor.

Desde que Any era muy pequeña estuvimos rodeadas de letras, palabras, pequeñas frases, poemas, la vida de Any en cuentos que le hacíamos nosotros, audiocuentos, cuentos visuales, etc. Aunque curiosamente la asignatura favorita de Any era… Matemáticas. Importantísimo saber leer en Mates.

No es cuestión de condicionamiento clásico o de una determinada edad, sino de disfrutar de un acto meramente placentero. Ahora mutuamente nos leemos cuentos, historias, libros, leyendas, etc., y disfrutamos de escuchar o leer un buen CUENTO.

¡Viva los cuentos, viva la lectura!

Aprendizaje: Si rodeas a un niño de acciones positivas para su desarrollo en todos los campos posibles, su vida será más fácil y placentera.

Un abrazo de Oso ❤️❤️❤️ y otro de Luz✨

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LIBROS, LO QUE QUIERO DECIR EN SU DÍA, MI POEMA LITERARIO por Any Pascual.

“Lee los libros que amarías haber escrito y luego escribe el siguiente libro que amarás leer. Esa es la receta verdadera para la autosatisfacción literaria.” Any Pascual.

Todos los humanos que nos consideramos “bibliófagos», «bibliómanos», «bibliófilos”, es decir, aquellos a los que nos apasiona comprar libros y leerlos, devorándolos cada día, y lo hacemos por gusto, sabemos sin lugar a dudas lo verdadera y certera que es esta frase: “Los libros nos hacen viajar sin movernos, los libros abren ventanas cuando las puertas se cierran”. O, como mínimo, hemos dicho alguna de las muy usadas y siempre valiosas alternativas válidas a este respecto.

Pues, con ese pensamiento en la mente, en estas líneas me propongo reflexionar sobre la causa.

No se necesita obligatoriamente ser un escritor para leer, pese a que añade muchos nuevos matices. Sin embargo, los escritores, sin apenas excepciones, somos voraces lectores por vocación propia.

¿Por qué hay tantos millones de personas que preferimos leer, existiendo, por orden cronológico, la radio, la televisión, Internet y los vídeos de Youtube? ¿Por qué nos gustan tanto los libros en papel?

Cada persona tendrá sus propias respuestas. Estoy convencida. Ahora mi meta es contar las mías.

Desde mi nacimiento tengo limitaciones físicas, como ya todos sabéis, y mi madre me hizo el mejor regalo del mundo: me abrió todas las puertas, que para alguien como yo estaban cerradas, mental y materialmente, y me dio unas piernas hechas de millones de hojas de papel; me enseñó a leer.

Desde entonces, la lectura me parece la segunda enseñanza más importante, únicamente tras el bendito arte de hablar para comunicarnos.

Nunca me ha gustado estar con otros niños, por una parte no compartíamos muchas variantes del desarrollo, en algunas yo estaba más avanzada, mientras que en otras, simplemente, no les alcanzaba. Así que no encajaba en mi edad. Eso era todo.

Sin embargo, cuando mis padres crearon unos libros caseros, descubrimos que yo era imaginación. Pura, mucha pura imaginación.

Entendía todo lo que leía, en los mismos momentos en que no comprendía a las personas. Mi primer amigo, sinceramente, el primer amigo de verdad, escogido, que tuve, fue el protagonista de una saga de novelas infantiles. Tal vez eso explica algunas cosas de ahora…

Y ya nunca me detuve. Era más fácil leer libros que enfrentarme a las incomprensibles personas.
Para las personas sensibles y/o mentales, la frase anterior es exactamente lo que pensamos.

«Los libros explican. Explican sentimientos, motivaciones, pensamientos y causas que no se saben.
Los libros ayudan. Ayudan a plasmar con una de las toneladas de palabras nuestro mundo interno.
Los libros enseñan. No solo los de no-ficción; las novelas son muy ilustrativas, porque describen.
Los libros empatizan y crean empatía. Siempre existe un escritor o personaje similar a ti mismo.
Los libros gritan y susurran. Sirven de altavoces y de chismorreos. Hay para cada sentir.
Los libros plantan y cultivan. Plantan ideas, cultivan reflexiones, y cosechan formas de ver y vivir.
Los libros dan voz a quienes no la tienen.
Los libros dan esperanza a quienes de ella carecen.
Los libros son palabras para quienes las pierden.
Los libros son la tecla de comando de la mente despierta.
LOS LIBROS SON LAS HERRAMIENTAS DEL AMOR PARA LLEGAR A TU PUERTA» (Continúa al final).

Siendo una escritora desde hace años, veo el otro lado.
¿Conocéis el término fanfiction, fanfictions, fan fiction, fanfic, fics o ficción de fans?

Escribir un libro, de cualquier género, es una experiencia retadora, que cambia a cada persona. Escribiendo se desarrollan muchas capacidades: la de plasmar, la de concretar, la organización, el orden, la empatía, la objetividad o subjetividad (depende), la concentración, la comprensión, la asimilación de conceptos, la inclusión, la imaginación, la valoración y ponderación, el agradecimiento, la síntesis…

Los libros se necesitan. Y los libros responsabilizan. Los libros son herramientas, como cuchillos. Cada persona puede usar un libro de miles de maneras. Pensad en “El Capital”, o en “La Metamorfosis”. Para mí “La Odisea”, o “La Eneida”, transmiten y cuentan algo significativamente distinto de lo que entiende la mayoría de las personas.
Exactamente como ocurre con un tuit o la televisión, cualquier libro tiene una difusión maravillosa.
Una opinión expresada en un libro puede cambiar los gustos o las afiliaciones de mucha gente.
Un tratado puede estar a favor (o en contra) de las armas, y desembocar en (o frenar) una guerra.
Los creadores de contenido debemos responsabilizarnos del contenido creado. Los autores somos responsables de las opiniones que escribimos en los libros, de los hechos que narramos.

Si un libro provoca que se ame o deteste a un colectivo, el autor es corresponsable con el individuo.

Por otro lado, respondiendo a la segunda cuestión, los libros físicos, los libros en papel, cuentan con muchos atractivos para los lectores de mi generación (aunque tal vez no para los niños más jóvenes de ahora).
Primeramente, no son electrónicos, y por lo tanto, no cansan la vista, ni transmiten ondas.
Además, se pueden personalizar con marca-páginas propios.
Se pueden tocar, y pasar las páginas es fascinante, en general.
Cuentan con portadas coloridas, y diferentes tamaños y pesos.
Se pueden colocar marcadores y post-it de diferentes colores que se ven a simple vista.
Se pueden situar en una librería ordenados de formas distintas, y son fotogénicos.
Prestarlos y regalarlos es posible, y más factible que en los digitales.
Hay posibilidades de que sean dedicados personalmente en las propias páginas durante las firmas.
Su olor es el más genial del mundo, adictivo.

Y punto, ningún lector habitual discute esto.

Esto no siempre puede lograrse, hay países a donde determinados libros no llegan, no se venden, Todos los lectores, todos, quieren al menos su libro favorito en papel, aunque no lo puedan pagar.

«Los libros son aprendizaje.
Los libros son visión.
Los libros visten al mendigo de traje.
Los libros transmiten la sutileza de la emoción.
Los libros calman el ansia del lenguaje.
Los libros sanan las penas del corazón.
Los libros simulan el ritmo del oleaje.
Los libros acumulan nuestra pasión.
Los libros se basan en pura sensación.
Los libros nos sacan de casa, siempre de viaje.
Los libros valen mucho, por alguna razón.
LOS LIBROS NO SALEN DEL ESCRITOR; SU MENSAJE, DEL UNIVERSO LA CANCIÓN».

Autora: Any Pascual.

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UNA DE CUENTOS (XI)

«Lo que aprendí durante la cuarentena» del ‘El Libro Rojo’ de Carl Gustav Jung.

«-Capitán, el chico está preocupado y muy agitado debido a la cuarentena que nos han impuesto en el puerto.

-Qué te inquieta, chico? ¿No tienes bastante comida? ¿No duermes bastante?

-No es eso, Capitán. No soporto no poder bajar a tierra y no poder abrazar mi familia.

-¿Y si te dejaran bajar y estuvieras contagioso, soportarías la culpa de infectar a alguien que no puede aguantar la enfermedad?

-No me lo perdonaría nunca, aún si, para mí, han inventado esta peste.

-Puede ser. ¿Pero si no fuese así?

Entiendo lo que queréis decir, pero me siento privado de mi libertad, Capitán, me han privado de algo.

-Prívate tú de algo más.

-Me estáis tomando el pelo?

-En absoluto. Si te privas de algo sin responder de manera adecuada, has perdido.

-Entonces, según usted, si me quitan algo, ¿para vencer debo quitarme alguna cosa más por mí mismo?

-Así es. Lo hice en la cuarentena hace 7 años.

-¿Y que es lo que os quitaste?”

-Tenía que esperar más de 20 días sobre el barco. Eran meses que llevaba esperando llegar al puerto y gozar de la primavera en tierra. Hubo una epidemia. En Port April nos prohibieron bajar. Los primeros días fueron duros. Me sentía como vosotros. Luego empecé a reaccionar a aquellas imposiciones no utilizando la lógica. Sabía que tras 21 días de este comportamiento se crea una costumbre, y en vez de lamentarme y crear costumbres desastrosas, empecé a portarme de manera diferente a todos los demás. Reflexioné sobre aquellos que tienen muchas privaciones cada día de su miserable vida y decidí vencer. Empecé con el alimento. Me impuse comer la mitad de cuanto comía habitualmente, luego empecé a seleccionar los alimentos más digeribles, para que no se sobrecargase mi cuerpo. Pasé a nutrirme de alimentos que, por tradición, habían mantenido el hombre en salud.

El paso siguiente fue unir a esto una depuración de pensamientos malsanos y tener cada vez más pensamientos elevados y nobles. Me impuse leer al menos una página cada día de un tema que no conocía. Me impuse hacer ejercicios sobre el puente del barco. Un viejo hindú me había dicho años antes, que el cuerpo se potenciaba reteniendo el aliento. Me impuse hacer profundas respiraciones completas cada mañana. Creo que mis pulmones nunca habían llegado a tal capacidad y fuerza. La tarde era la hora de las oraciones, la hora de dar las gracias a una cualquiera entidad por no haberme dado como destino privaciones serias durante toda mi vida.

El hindú me había aconsejado también adquirir la costumbre de imaginar la luz entrar en mí y hacerme más fuerte. Podía funcionar también para la gente querida que estaba lejos y así esta práctica también la integré en mi rutina diaria sobre el barco.

En vez de pensar en todo lo que no podía hacer, pensaba en lo que habría hecho una vez bajado a tierra. Visualizaba las escenas cada día, las vivía intensamente y gozaba de la espera. Todo lo que podemos obtener enseguida, nunca es interesante. La espera sirve para sublimar el deseo y hacerlo más poderoso. Me había privado de alimentos suculentos, de botellas de ron, de imprecaciones y tacos. Me había privado de jugar a las cartas, de dormir mucho, de ociar, de pensar solo en lo que me habían quitado.

-¿Cómo acabó, Capitán?

-Adquirí todas aquellas costumbres nuevas. Me dejaron bajar después de mucho más tiempo del previsto.

-¿Os privaron de la primavera, entonces?

-Sí, aquel año me privaron de la primavera, y de muchas cosas más, pero yo había florecido igualmente. Me había llevado la primavera dentro de mí y nadie nunca más habría podido quitármela.»

Carl Gustav Jung.

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