Todos tenemos ego, aunque no se observa a menudo. A veces nos damos cuenta de que está ahí cuando sentimos que vivimos en “piloto automático”. A veces somos conscientes de su existencia y lo mantenemos en un segundo plano, bajo cierto control. El ego se activa cuando olvidamos lo que somos y se desactiva cuando recordamos nuestro verdadero ser.
Nosotras somos conscientes de él y lo amamos como parte de nosotras mismas, como parte de nuestro ser, poder, sensibilidad y sabiduría. Para controlarlo en lo posible, ponemos en él nuestra atención y lo asociamos con algo placentero en vez de con algo negativo. Imaginamos lo que deseamos y creamos nuestra realidad a través de la bioquímica del placer transformando al ego en nuestro aliado (conociéndolo y entendiéndolo). Simplemente lo aceptamos como una parte de nosotras, en la vida terrenal, que manejamos libremente para que esté bajo nuestro control. Así conseguimos dejar de estar sometidas al árbol familiar y a la cultura, y pasamos de estar bajo el yugo de otros y cumplir misiones impuestas a conectar con nuestro verdadero ser, materializando nuestros sueños desde la esencia y a través de nuestros dones.
Dejamos atrás el carácter descontrolado y manipulador de nuestro ego primario y vivimos en la auténtica libertad. Nuestro ego con corazón es una parte única de lo que somos y algo imprescindible en nuestro estilo de aventura vital.
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