EQUINOCCIO DE OTOÑO.

“La jornada previa.

Para los del norte, otoño.

A los del sur, primavera 

Todo lo que sé, es que algo nuevo espera.

¡Feliz cambio de estación!”

Poema de Any Pascual, @any_espiritual

Nosotras vibramos con los procesos de la Naturaleza y, por lo tanto, con los equinoccios y solsticios. Cada día, cada estación… el Cosmos cambia y el ser humano, como parte del mismo, tiene una nueva oportunidad para renacer. Y a nosotras nos encanta disfrutar de cualquier cambio, por eso celebramos el equinoccio de otoño, la “noche igual», cuando la luz tiene la misma duración que la oscuridad, que en 2023 ha llegado hoy, 23 de septiembre, a las 08:05 (hora peninsular española), marcando oficialmente el comienzo del otoño en el hemisferio norte. Y nosotras madrugamos para ver salir el Sol y nos fuimos a dar un Baño de Bosque, a abrazar árboles y a tomar tierra y recargar nuestro cuerpo.

Hoy a través del altar festejamos los cambios y el letargo, hasta el nuevo renacer natural. Nos gusta embellecer el hogar con colores de esta estación: los ocres, naranjas y rojos. Juntamos hojas secas recogidas del suelo de los bosques para simbolizar el final de la etapa de sol y la caída de la luz; alguna rama pequeña de alguno de los árboles de hojas perennes, que simbolizan la continuidad de los ciclos; y lo más importante, los frutos de los árboles sagrados: las nueces, las uvas, las castañas, las avellanas y las manzanas. 

Es un momento de equilibrio: las fuerzas de la oscuridad y de la luz se encuentran y miden en igualdad. A partir de ahora, la oscuridad ganará terreno hasta alcanzar su punto máximo en Yule, con el Solsticio de Invierno.

“Mabon, última cosecha,

cuando las semillas ya caen

para fructificar en primavera”.

En la Cultura Celta es la fiesta celta de Mabon. Es una celebración para dar gracias por los frutos que la tierra ha concedido y tomar conciencia de la necesidad de compartirlos. El nombre deriva de «Mabon ap Modron», un personaje de la mitología celta, cuyo nombre galés significa “hijo de la madre Tierra”. 

Los druidas la llamaban “Mea’n Fo’mhair”, que significa la segunda cosecha, y honraban a la Diosa y a Herne, el Dios del Bosque presente como hombre verde, ofreciendo libaciones de sidra y vino a los árboles (que no falten la sidra y las uvas en esta época y en nuestro altar) . 

Para los pueblos celtas era el momento de mirar hacia atrás, reflexionando sobre los esfuerzos del pasado y alegrándose por un trabajo bien hecho. Pensaban que junto con la cosecha se recogían las semillas que contenían la promesa de la nueva vida en primavera; esta fiesta se trataba de honrar el misterio de la vida en la muerte. Una etapa de serenidad y gratitud. 

Lo que Mabon nos viene a enseñar es que se debe recordar y aceptar que todas las cosas tienen un final, pero dándonos cuenta de que cada final incluye, en sí mismo, un nuevo comienzo. Es momento de recogerse para más tarde florecer. Los árboles se despojan de sus hojas y nos invitan a soltar lo viejo, y los humanos guardamos las semillas que plantaremos en primavera.

Para nosotras es un tiempo de agradecimiento, reflexión, recogimiento interior y templanza. Respiramos, y la rueda gira.

Si estamos en sintonía con la Naturaleza, nos estamos curando.

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