HIPERSENSIBILIDAD A AGENTES EXTERNOS

“Los agentes perturban, los elementos nos ayudan” Leonid Blyum.

Esta vez, en el Curso de Formación de la Terapia Motórica que le hacemos en el hogar a Any, ABR, Leonid Blyum, su creador, nos dio su visión, basada en el estudio y la experiencia, sobre la reacción de Any con determinados AGENTES EXTERNOS.

Nos gustaría compartir este concepto con todas las personas que puedan preguntarse por qué sus hijos, sus conocidos, familiares, etc., tienen reacciones aparentemente “exageradas” frente a ruidos, luces, moscas, etc. 

Si este texto puede ayudar a alguien más a conocer y aceptar estas situaciones, bienvenido sea. Normalmente no hacemos este tipo de post, pero hoy lo consideramos importante. Con información SÍ SE PUEDE.

Los seres humanos interactuamos con el medio que nos rodea. En esta interacción hay elementos naturales que no podemos cambiar (viento, lluvia, etc.) y AGENTES EXTERNOS más o menos molestos dependiendo de nuestra sensibilidad y atención.

Entender cómo decide el cerebro a qué debe prestar atención puede ayudarnos a entender, a respetar y a actuar con naturalidad cuando algunas personas tienen ciertas reacciones atípicas. 

Como padres podemos observar claramente como algunos niños, frente a estos agentes, pierden el control, deciden aislarse y no interactuar con lo que está pasando a su alrededor. Otros sin embargo, como Any, la reacción que tienen es de focalizarse inevitablemente en ese agente extraño, y les resulta insoportable ese mosquito, ese sonido de moto, etc.

Siempre que nos enfrentamos a una situación nueva, cada detalle (cada luz, cada cambio en el tono de voz de una persona…) parece significativo. Sin embargo, a medida que ganamos en experiencia, y comenzamos a integrar esos estímulos aprendemos a modularlos y a entender cuál es importante y cuál no en relación a la respuesta que debemos dar en relación al entorno, lo que hace que el cerebro integre los fragmentos en un todo y le dé sentido a la información general. De esta manera, el cerebro domina un desafío y se mueve al siguiente, manteniéndose en estados fluctuantes entre alerta y relajación. 

En nuestros niños existe una curva de aprendizaje diferente, donde el cerebro se centra en detalles que conforman patrones específicos, no viendo o integrando el contexto en general. 

Toda percepción es un ejercicio de construcción de modelos, de hacer predicciones y ver si se hacen realidad. 

El cerebro de nuestros hijos pone énfasis en las diferencias entre las expectativas del modelo que construye y los datos sensoriales. Mientras otras personas podemos atribuir el sonido del claxon de un automóvil a una variación aleatoria en un entorno sonoro de una ciudad y desconectarla o aislarla porque no es relevante en ese momento, en el caso del cerebro de nuestros niños, cada bocinazo se percibe de manera consciente. 

Karl Friston, neurocientífico de la University College London, ha desarrollado los fundamentos matemáticos de la teoría de la codificación predictiva dentro de la reconocida Nueva Neurociencia o Neurociencia Moderna.

Las personas confiamos tanto en las expectativas de nuestro cerebro porque nuestras percepciones van más allá de la realidad. Gran parte de lo que hacemos, desde tocar las dieciséis notas en la guitarra hasta ajustar nuestra postura corporal sucede más rápido que los 80 mili-segundos que nuestras mentes conscientes necesitan para registrar información y actuar sobre ella. De esta manera el cerebro siempre está anticipando lo que viene después; genera un modelo del mundo, toma decisiones sobre esa base y actualiza el modelo basándose en la retroalimentación que le brinda la información sensorial.

Predecir y actualizar no son actos conscientes, ya que el cerebro construye sus modelos en múltiples niveles subconscientes. 

Por ejemplo, hace casi 20 años los investigadores mostraron que la corteza visual funciona de manera jerárquica y predictiva. La corteza visual primaria genera una predicción para los patrones de imagen a pequeña escala, como los bordes, y los perfecciona o refina su predicción para que coincida con las señales entrantes de la retina, pero si este ajuste fino localizado no es suficiente pasa la “pelota” al córtex secundario, que renueva sus expectativas para que patrones geométricos de mayor escala estén disponibles. Y así sube la jerarquía, evocando cambios cada vez más radicales, hasta que la pelota se detiene en el nivel más alto: la conciencia. Cuando el cerebro percibe una discrepancia, puede responder actualizando su modelo o considerando que la discrepancia es una desviación fortuita, en cuyo caso nunca llega a la conciencia consciente.

“Queremos atenuar las entradas falsas“, dice Friston. 

Hay otra alternativa en la que, frente a una discrepancia entre el modelo y el mundo, el cerebro también puede actualizar el mundo; por ejemplo, moviendo un brazo o flexionando una mano para hacer que la predicción se haga realidad. “Uno puede reducir los errores de predicción no solo actualizando el modelo, sino también realizando acciones“ dice Anil Seth, neurocientífico de la Universidad de Sussex en el Reino Unido. “De esta manera, la codificación predictiva puede ser no solo un sistema para la percepción, sino también para el control motor“. 

En el modelo de codificación predictiva el cerebro decide entre esas alternativas asignando una precisión a sus predicciones. 

Muchos sistemas de aprendizaje automático tienen un parámetro llamado “tasa de aprendizaje”, que, según Friston, desempeña el papel de la precisión predictiva. Friston ha comprobado como una red neuronal artificial aprende por ensayo y error. Si clasifica a un cachorro como un gatito, modifica sus conexiones internas para hacerlo mejor la próxima vez, y la tasa de aprendizaje dicta la cantidad de ajustes. El sistema puede ajustar la velocidad de aprendizaje para optimizar su entrenamiento y evitar problemas como el ajuste excesivo de los datos (reconociendo a todos los gatitos y cachorros con los que ya se ha encontrado, pero no entendiendo las características generales que distinguen a estas mascotas). La tasa de aprendizaje suele ser alta al principio, pero disminuye con el tiempo. 

En el modelo de codificación predictiva, el cerebro típico también comienza con una alta precisión y la reduce gradualmente, posiblemente ajustando las concentraciones de mensajeros químicos como la norepinefrina y la acetilcolina. “La creencia es que la precisión suele estar codificada por neuromoduladores en el cerebro, sustancias químicas que cambian la ganancia en las respuestas corticales“, según Rebecca Lawson, de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido. Cuando es hora de iniciar otra ronda de aprendizaje, el cerebro pone en marcha la precisión de nuevo.

Sin embargo la precisión puede tener una tendencia a saltar a un nivel alto o a quedarse atascada allí en el caso de nuestros hijos; por determinada razón, el cerebro tiende a adaptarse excesivamente. 

El cerebro da muy poca credibilidad a sus propias predicciones y, por lo tanto, demasiado a la información sensorial. 

Friston y Lawson sugirieron que la codificación predictiva podría proporcionar la comprensión del mecanismo por el cual existe un desequilibrio entre predicciones y sensaciones. 

En la vida social algo que puede parecer obvio para las personas típicas, y ser sin embargo significativo para unos pocos, hace que algunas personas puedan tachar a nuestros hijos como caprichosos o consentidos.

Para nuestros hijos el mundo nunca deja de ser sorprendente. “Tienden a sorprenderse con más frecuencia que el resto de personas“ Kumagaya. 

Pero la hiperactividad o ese estado de alerta permanente es agotador. “Siempre estás esclavizado por las sensaciones“, según Friston. 

Prestar demasiada atención a lo mundano explicaría la sobrecarga sensorial que nuestros hijos experimentan. Pueden permanecer muy conscientes de las lámparas que emiten zumbidos, los ruidos del aire acondicionado, un mosquito, etc.

El problema se amplifica cuando se trata de las cosas más impredecibles de todas: los seres humanos. Predecir lo que alguien hará en un contexto dado es complicado.

De ahí su preferencia por la rutina, como un mecanismo de afrontamiento. 

Cuando los datos sensoriales reciben demasiado peso es cuando les resulta inaguantable. “En lugar de estar sorprendido de forma adaptativa cuando deberías haberte sorprendido, es como si hubiera una leve sorpresa en todo“ Rebecca Lawson.

Los propios investigadores de codificación predictiva reconocen que apenas están comenzando. 

“El cerebro es un artilugio muy constructivo y muy activo, que intenta forjar hipótesis y explicaciones con los datos y observaciones que le llegan” Karl Friston.

Si la codificación predictiva se sostiene como modelo podrían sugerir nuevas direcciones para las terapias. 

“Diferentes niños pueden mostrar retos en partes diferentes de esa cadena predictiva“, dice Chawarska, lo que podría requerir una variedad de enfoques. 

La codificación predictiva podría ofrecer la percepción que algunos padres ansían. 

Ayaya es una de esas adultas que han pasado por estos procesos en su niñez y actualmente comparte su experiencia para ayudar a otras personas. “Noté las diferencias entre yo y otros niños, y estaba pensando, ¿por qué sucedía esto? Como adulta mi ansiedad ha disminuido, no solo por el autoconocimiento que he logrado, sino también por la conciencia mostrada por mis familiares, compañeros y amigos.” A menudo, las personas típicas con las que pasa tiempo saben sobre su condición. “Me conocen. Así que me siento más libre de preguntar: me sorprendí, pero ¿y vosotros?“.

De nada sirve decirles a nuestros hijos “no pasa nada”, “solo es un mosquito”, etc. Igual que a nosotros hay cosas que nos resultan insoportables, para ellos estas cosas lo son. INSOPORTABLES. 

Así que apliquemos la aceptación, compasión y empatía en vez de verlo como un capricho, una reacción infantil o algo parecido. Es simplemente su modo de lidiar con los Agentes Externos.

Está claro que todas las personas somos diferentes, que todas percibimos diferente y que hay que respetar al otro y su interacción con el Mundo.

Y por eso nosotras, entre otras muchas cosas, hacemos ABR. Porque somos un TODO y así lo trabajamos. 

Gracias Leonid Blyum por la clase magistral, por hacernos reflexionar sobre las últimas investigaciones científicas y por ser consciente de cómo estos conocimientos teóricos pueden ayudarnos a trabajar infinitamente mejor con nuestros niños. 

Tener información tan actualizada en el campo de la Neurociencia Moderna, explicada por ti de forma tan generosa y sencilla y saber que estos conceptos tan actuales forman parte de la renovación holística de cada Técnica ABR, es un mágico.

En la Neurociencia Moderna convergen varias tradiciones científicas: la Embriología, la Fisiología, la Bioquímica, la Psicología, la Neurología, la Anatomía, la Bioingeniería, la Biotensegridad, la Fasciología o las ciencias de la Computación… 

Y, por supuesto ABR (a través de la investigación de Leonid Blyum) bebe de las últimas novedades de las múltiples investigaciones en todos estos campos. 

Muchos de los neurólogos tradicionales ni siquiera conocen estos conceptos.

Espero que los conocimientos que Leonid Blyum ha compartido con nosotros en la última sesión de ABR (basados en su experiencia, conocimiento y en las últimas investigaciones científicas) sean de ayuda a otras personas.

Gracias Leonid Blyum.

REFERENCIAS:

https://blyum.typepad.com/on_abr_and_beyond/

https://www.xn--abrespaa-j3a.es/que-es-abr?fbclid=IwAR3B9UCRZqca4qXpw1UBobhqShaKIfokvzLndE8pKxE1GtdqpErVoM9-Chc

https://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-formula-del-cerebro/1253759/

culturacientifica.com/2018/03/12/tojisha-kenkyu-la-tecnica-japonesa-la-los-pacientes-se-estudian-mismos/

djxhemary.wordpress.com/tag/codificacion-predictiva/

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