«Todos somos gotas del mismo océano». «El Juego de Ripper». Isabel Allende.
Nos pasamos la vida suponiendo, sin cuestionarlo, que la vida está hecha de personas y cosas que son o hacen el bien o el mal. Por eso muchos buscan la felicidad en el futuro intentándolo todo: éxito material, promociones profesionales… y mucho más. Esto les separa, no solo a uno del otro (y les impide aunar fuerzas), sino que les separa de los demás y al mismo tiempo de su verdadera felicidad, libertad y paz. Es solo la excesiva dependencia de la mente lo que les hace ver que pueden existir por separado.
Actualmente, parece que el mensaje general que triunfa en esta sociedad distópica es el de la dualidad con la idea de librarse del otro, sin darse cuenta que todos somos únicos, aportamos nuestra esencia y formamos parte de lo mismo, la unidad. En la dualidad, él o ella sienten que necesitan más dinero, poder, ascender, etc., para eliminar la sensación de ser incompletos. Por eso él o ella desarrollan estrategias para obtener lo deseado y para evitar perder el poder. Pero como todo cambia continuamente, es muy difícil vivir en dualidad y obtener y conservar lo que se desea. El tiempo, la característica más sobresaliente de la dualidad, complica sus planes. Además, sus deseos también están cambiando constantemente. Por eso cuando consiguen algo, se produce un cambio en ellos que provoca un cambio en su relación con lo obtenido y eso les lleva a una constante fricción causada al querer más y esto les conduce inevitablemente a la pérdida de energía propia y a la pérdida del supuesto poder, debido a que siempre habrá otro que pisará al ahora pisado para conseguir también sus propios fines.
Mientras haya dualidad, siempre se buscará el bien propio. Y así, nada cambiará aunque haya una rotación de caras, porque representarán al grupo al que pertenecen en vez de trabajar por ell bien común.
Sin embargo, cuando trascendemos el ego, la sociedad mejora porque todos los individuos estamos al servicio de los demás y ayudamos como podemos, cumpliendo nuestro propósito en esta vida.
Cuando nos damos cuenta de esto, el conflicto con los demás se desvanece viviendo la vida totalmente en la simplicidad y la maravilla del momento presente. Ya no tenemos que escudriñar constantemente el pasado para buscar nuestra identidad ni perseguir nuestra felicidad en el futuro. Somos todos uno, aquí y ahora, por un bien común.
Aprendizaje: Colaboremos, siempre juntos.
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