SENSIBILIDAD

“Bellos rostros son los que revelan, en el semblante la luz de un alma grata, bellas manos son las que realizan, actos nobles buenos y verdaderos. Bellos pies son los que deprisa acuden a aliviar la pena ajena” Sócrates.

Seamos conscientes de que todos somos iguales, aunque con pequeñas diferencias, y de que cerca podemos tener a personas que pueden estar sufriendo en silencio por una reacción desmedida e incontrolable por su condición física, emocional, etc., que no está en sus manos controlar.

Si queremos vivir en una sociedad empática prediquemos con el ejemplo personal y busquemos la neutralidad.

Intentemos equilibrar en lo posible nuestra vida en todos los sentidos: en el uso de químicos en la limpieza, en los químicos cosméticos, en las relaciones, etc.

La empatía es fundamental para la convivencia, y aunque nos parezca maravilloso el olor, por ejemplo, de ciertas fragancias sintéticas, tengamos en cuenta que si vamos a acudir a espacios públicos cerrados, como por ejemplo una consulta médica o si viajamos en trasporte público, quizás la persona que tenemos al lado se esté literalmente “envenenando” con algo que a nosotros en principio nos parece agradable. Qué decir con el tema desinfección desmedida que estamos sufriendo últimamente, tarde o temprano aparecerán reacciones adversas al uso descontrolado de estas sustancias. Sin embargo un «buenos días» con una sonrisa o ceder el asiento, puede ayudar a alguien que esté bajo mucho estrés familiar o laboral, por ejemplo.

Hoy día el estrés lo consideramos hasta normal en el ser humano. Conocemos bien su lado patológico, que es cuando estamos padeciendo sus consecuencias negativas en el tiempo, pero su verdadero significado aparece cuando nos damos cuenta de que nos estamos saturando física, mental o emocionalmente. El estrés es la alteración del equilibrio interno.

Cuanto más sensibles seamos, más notamos este desequilibrio y nuestro cuerpo lo puede manifestar de distintas formas dependiendo de nuestra sensibilidad.
Se produce una reacción natural que nos indica la necesidad de cambiar para adaptarnos a algo nuevo, un mecanismo para que nos vayamos acoplando y acomodando a situaciones distintas. Pero debido a las condiciones actuales en las que vivimos, nuestros organismos a veces no son capaces de ajustarse a determinadas circunstancias.

Cuando somos demasiado sensibles y el estrés (químico, emocional, etc.) se mantiene en el tiempo podemos entrar en una fase de agotamiento.

El trabajo, las relaciones familiares, la situación social, salutogénica, económica, etc. o condiciones internas, como la sensibilidad a ciertos productos cosméticos (perfumes, agentes sintéticos, etc.), o al ingerir determinados alimentos (gluten, lácteos, etc.), nos generan a algunas personas una respuesta física o emocional, que a veces podemos gestionar y otras veces llegamos a nuestro punto máximo de saturación.

Pensemos en los demás, y especialmente en los niños que nos rodean, y en su sensibilidad natural ante el estrés.

Seamos respetuosos con la salud física, emocional y mental propia y de los demás.

La felicidad está más relacionada con la paz, que con la satisfacción de muchos deseos. Así que dejemos a los que nos rodean vivir en paz, e intentemos no generarles estrés de ningún tipo.

Lo que para ti puede ser inocuo, para nosotras puede ser tóxico.

Seamos conscientes.

#anayany
#SQM
#amorinfinito

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial

Si te gusta anayany.com, ¿por qué no te suscribes?

YouTube
Instagram
Twitter
Visit Us
SOCIALICON
Subscríbete