Es una de las tareas más complicadas en la sociedad actual. Cualidades como la proactividad y la rapidez son mucho más populares.
Ser paciente, es para muchos una tarea imposible. Resistir el impulso de actuar de nuevo, incluso estar sin hablar, opinar, juzgar o intervenir de alguna manera parece ser mucho más difícil que observar, estar en silencio, reflexionar, interiorizar, meditar…
Solemos asociar la paciencia a una actitud pasiva, cuando realmente estamos trabajando intensamente, despacito, en silencio, casi sin movimiento, en la intimidad…y al final se ven los resultados positivos. Es cuestión de tiempo.
Solo cuando algo no va bien nos percatamos de que, sin la paciencia, el resto de las cualidades pueden ser bastante volubles porque una posibilidad brillante, sin la paciencia necesaria para llevarla adelante, se quedará en el cajón de los proyectos frustrados.
Ser pacientes no implica simplemente esperar, sino ser capaces de usar inteligentemente ese tiempo, para recopilar más información, trabajar en la sombra o crecer como personas, desarrollando las herramientas que necesitamos para hacerle frente al reto que nos hemos planteado.
Practicar la paciencia consiste en notar lo que sucede y, en vez de reaccionar, aguardar el momento oportuno para tomar nuevamente acción. No corremos ni retrocedemos, pero tampoco nos quedamos estáticos.
Al final ahorramos una energía preciosa y respondemos con mayor consciencia a las acciones importantes.
Practiquemos la paciencia para poder ser más eficaces.