Es el Arbusto Mágico de la Navidad en nuestra casa . Sus bayas decoran siempre, con el permiso de la Madre Naturaleza, nuestras coronas, ataditos, y la terraza, la mesa, etc. Protege nuestra casa como el gran guardián que es del bosque en invierno.
Según una leyenda que contaban los celtas, al principio del invierno el Rey Roble, que reinaba durante los meses más cálidos y luminosos del año, daba paso al Rey Acebo que lo hacía en la época más fría y con menos horas de luz. Cuando el primero perdía sus hojas, el segundo mostraba su más bello esplendor, con un manto de hojas verdes cubierto de bayas rojas. La capacidad del acebo de mantenerse vigoroso a pesar del frío , la lluvia y la nieve, junto a su magnífica combinación de colores rojo y verde, ha hecho que el ser humano considere a esta especie como un símbolo de fortaleza y eternidad desde tiempos remotos.
Los celtas pensaban, además, que podía ahuyentar a los espíritus malignos, probablemente debido a sus hojas espinosas. Por este motivo, era costumbre fabricar coronas con ramas de acebo como elemento de protección y buena fortuna. Además al Rey Acebo se le consideraba el guardián de la sabiduría y un generador del crecimiento interior.
El acebo también simboliza la dignidad, aquel que está orgulloso de sí, de sus frutos (aunque sus hojas dentadas nos corten las manos si los tocamos). Con ese bello fruto rojo y esas hojas duras y cortantes, esta planta representa muy bien los contrastes y el equilibrio.
Originario del centro y sur de Europa, hoy en día el acebo se ha convertido en un símbolo indisociable de la Navidad y del Adviento, un elemento con el que siempre adornamos nuestra casa.
Gracias al abuelo por regalarnos algunas cañitas de estos bellos arbustos que crecen de forma silvestre y abundante en su finca. Cada año nacen cientos de acebos más que nos alegran con su belleza en esta época del año.
Si somos capaces de ver más allá del espinoso exterior, encontraremos belleza , fortaleza y color .
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