NO CREEMOS EN EL PERDÓN

Los conceptos de lealtad, justicia, perdón… y todos los valores nacidos a raíz de la socialización, suelen ser una de las necesidades inventadas que más daño hacen al ser humano.

Nos decimos locamente: «¡Necesito que todo el mundo me respete, sea fiel, valore… todo el tiempo!», lo cual es imposible.

Cada una de esas ocasiones en que nos creemos agraviados por los demás, tenemos una oportunidad más de dejar pasar la cosa para hacernos más fuertes y crecer. 

Por eso no creemos en el perdón, no hay nada que perdonar, porque nosotras realmente no dejamos que nos afecte. 

Y si alguien lo logra en alguna ocasión, porque somos humanas, la respuesta es amarlos igualmente, aunque sea desde la distancia con compasión.

Ningún comportamiento externo tienen suficiente entidad como para hacernos infelices.

Simplemente somos abundantes y estamos comprometidas en compartir con los demás todo lo que somos desde nuestro amor y felicidad.

Sí que nos encontramos a veces en la vida con personas que se hieren a sí mismas con sus actos. Entonces nuestra posición ante ellas se limita a darles la oportunidad de rectificar y cambiar. Nos distanciamos y observamos. Todos tenemos derecho a equivocarnos y volver a intentarlo. Si siguen igual, desde el respeto nos mantenemos al margen.

Todas las personas tenemos la capacidad de ser maravillosas aunque a veces nos equivoquemos. 

Por eso creemos que las personas pueden cambiar, y que todo el mundo puede tener una mala racha de la vida. Los principales perjudicados son ellos mismos porque se alejan del amor, la confianza y la honradez, imprescindibles para una vida feliz. Así que bastante tienen con aguantarse a ellos mismos como para tener que aguantar a nadie más.

Por otro lado, nosotras controlamos nuestros pensamientos e intentamos no exagerar en las adversidades, así tenemos más espacio para pensar. No nos alarmamos fácilmente y así no desperdiciamos el tiempo ni el esfuerzo en broncas y problemas. Hemos aprendido a coger ese tiempo maravilloso y dedicarlo a cosas productivas.

El día tiene 24 horas para todos, y nosotras no queremos perder nuestro tiempo con problemas, por eso tenemos tiempo disponible para lo que nos gusta.

Enfadarse es siempre una forma de desequilibrio, una falta de aceptación en la vida y supone un estado emocional poco constructivo. 

Es mucho mejor entender que no todo en la vida va a ser “como tiene que ser” y evitar quejarse una y otra vez porque algunas personas no cumplen nuestras expectativas.

Así tenemos una vida feliz y tranquila en todo momento. Un estratégico mutis es la solución que más nos gusta. Optar por la reparación y no por hiper-reacción que no sirven de nada, sólo para desanimarnos, en cambio, la reparación es constructiva y creadora.

No olvidemos que los pensamientos son los productores de las emociones y que los valores sociales solo fueron creados para garantizar la convivencia en casos de falta de honradez. 

Necesitamos muy poco para ser felices, está en nuestro interior y florece desde le amor infinito.

Nosotras elegimos ser felices con nuestras circunstancias.

#anayany

#vidafeliz

#amorinfinito

#antifragilidad

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