Nos encanta viajar sin movernos del lugar donde estamos, pero de vez en cuando la imaginación se transforma en acción y nos vamos a tener experiencias físicas, que tampoco está mal. Eso sí, antes, durante y después planificamos nuestra vida para no comprometer nuestro bienestar, nuestra alegría y nuestro placer, aunque sin ser esclavas de nuestras ideas. Por eso cuando viajamos tenemos en cuenta:
- La organización. Evitamos parte del estrés intentando organizar lo máximo posible previamente (maleta, reservas de hoteles, comidas, etcétera). Sin olvidar, por supuesto, dejar espacio para la espontaneidad y las aventuras que surjan.
- Nos preparamos antes del viaje comiendo saludablemente, como siempre, y durmiendo lo suficiente. Si el viaje es corto, a mí me gusta ayunar esas horas o comer algo muy ligero como fruta. Any sin embargo prefiere cargarse de mucha más energía, ya que le supone mucho desgaste, así que siempre optamos por proteína y legumbres, junto con nuestras indispensables verduras. Si hay oferta en la zona, estupendo, y si no, nos lo llevamos de casa. ¡Siempre hay una solución!
- Hidratación. Agua pura, infusiones y bebidas saludables que nos mantengan hidratadas y que además funcionen como sedantes naturales, así nos ayudan a descansar más y mejor, o a energizarnos, según la necesidad.
- Multimedia. En el coche creamos momentos de paz y tranquilidad (nos ponemos meditaciones, respiramos hondo, y disfrutamos del paisaje) o momentos educativos, con podcast, o divertidos con música… Es lo mejor para tantas horas de descanso físico.
La verdad es que casi más por obligación que por devoción viajamos varias veces al año, eso sí, de forma planificada y saludablemente, aunque eso implique tener muchas cosas en cuenta. Así los viajes se hacen más sencillos, con amor y somos felices. Esa es nuestra opción actual.
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