“El problema con un trabajo es que confiar en otros para darte una vida es el mayor riesgo de todos”. Kim Kiyosaki.
Cada persona tiene su propia definición de lo que es el riesgo. Al igual que ocurre con “alegría”, “amor” o “tragedia”, el riesgo es algo diferente para cada persona.
Y sin embargo, no todos estamos de acuerdo en si algo es arriesgado o no. Hay múltiples opiniones sobre un mismo sentido del riesgo, y no todas las definiciones personales se aplican en todos los casos.
Para la mayoría de la gente, conducir un vehículo a gran velocidad es arriesgado, por ejemplo. Y sin embargo, los pilotos de carreras de coches lo hacen continuamente, con un cierto grado de seguridad.
Para esos mismos pilotos, la inversión puede ser algo que conlleve mucho riesgo. Y aun así existen inversionistas profesionales que saben manejarlo y utilizar las mejores estrategias disponibles.
Lo que quiero decir con estos ejemplos es que una actividad normalmente no es arriesgada de por sí. Es arriesgada para algunos.
Todos sabemos que el riesgo, que es una de las formas en las que se expresa lo que llamamos incertidumbre, da mucho miedo. Sobre todo cuando algo importante para nosotros está en juego. Y a pesar de eso no podemos dejar que el miedo a arriesgarnos controle nuestra vida.
Hay muchas formas de gestionar lo que consideramos arriesgado.
Se puede empezar por hacernos algunas preguntas: “¿Qué me aterra tanto de esto?”, “¿De qué tengo miedo?”, “Siendo realistas, ¿Qué posibilidades hay de que ocurra?” “¿Cómo puedo hacer para estar lo mejor posible en esta situación?” “¿Puedo tener una actitud positiva y constructiva ante esto?”.
Pasar tiempo con uno mismo respondiendo a estas cuestiones honestamente y sin medias tintas, descubriendo quiénes somos y qué nos importa, es una manera muy constructiva de afrontar el riesgo.
Otro modo, que para mí va después de lo que acabo de explicar, es formarse e informarse continuamente, lo máximo posible, y con información reciente, actualizada y verdadera, sobre aquello que consideramos arriesgado.
Con el paso del tiempo he llegado a descubrir que la realidad, normalmente, puede ser más tranquilizadora que nuestros propios pensamientos e ideas sobre algo. La mente siempre intenta conocer lo desconocido y crear una falsa certidumbre en medio de lo incierto, obsesionándose, saltando a conclusiones precipitadas, imaginando relaciones de causa y efecto que no tienen por qué ser ciertas, generando expectativas y suposiciones. Y si todo eso falla, se dirige automáticamente al peor escenario que puede concebir, sin ninguna indicación de si esa circunstancia es verdaderamente posible o no, y sin darle importancia a la situación real.
Por eso, para ponerle la señal de “Ceda el paso” a la neurosis y dejar entrar a la consciencia coherente, es importante aprender de Maestros reales que ya han pasado por esa situación arriesgada. A veces lo que más se necesita no es un manual de instrucciones, sino un guía compasivo que sepa perfectamente ponerse en esa circunstancia porque ya la ha vivido, ya le ha sucedido en carne propia.
Así que sí, el conocimiento es poder. Aprender e incorporar a nuestros conocimientos todo aquello que podamos sobre lo que nos parece un riesgo nos empodera y ayuda a mantener un diálogo con el miedo, en vez de dejar que nos arrastre.
Y luego, después de entender verdaderamente los riesgos gracias a la formación e información y al ejemplo de Maestros reales, se trata de hacer. No dejemos que algo nos arrebate una posible experiencia maravillosa simplemente porque nos tenemos que arriesgar. Hay muchas maravillas fuera de nuestra zona de confort habitual.
Aprendemos más de la vida mediante actos que simplemente escuchando sermones bienintencionados y advertencias “realistas”. Y quizá nos encontremos con que somos mejores después de enfrentarnos a nuestros temores. Para eso es muy buena idea contar con gente que te apoye y aprecie, cuyo amor sea incondicional y que te pueda ayudar tanto en los buenos como en los malos momentos. La gente que brilla de verdad ilumina nuestra oscuridad y nos permite encender nuestras propias vidas con la luz que viene de adentro. Esas personas son nuestro sostén para empezar a actuar.
Y por último (y sin duda lo más importante, ¿no creéis? Jajajaja), para afrontar el riesgo y superar los miedos es necesario confiar aún más en la Vida. El Universo nunca nos pone delante algo que no podamos afrontar. El problema está en creer que para llegar a nuestros objetivos hay que escalar un árbol siendo peces, sin ver que un poco más allá hay un río, nuestro hábitat natural, el espacio en el que podemos vivir según nuestros dones y talentos innatos y disfrutar de un camino que nos llevará al mismo sitio al que queremos llegar (o a uno mucho mejor que antes no sabíamos que existía), de un modo más significativo, más natural e incluso más placentero para nosotros y los que nos rodean. Simplemente se trata de ser conscientes de que el Amor es la base de todo, de que nuestros valores son lo más importante (aunque nunca más importantes que los valores de otras personas, porque todos somos iguales) y saber que todo nos puede enseñar algo si estamos dispuestos a abrirnos y recibir con el corazón.
Y si se cierra una puerta, en algún momento se abrirá una ventana.
La lluvia acaba horadando la piedra de las prisiones más fuertes, y la vida nos pone riesgos, riesgos que podemos asumir, para que aprendamos a dejarnos fluir, confiar, y descubramos nuestro verdadero ser, ese espíritu magnífico que ha venido aquí a ayudar a los demás.
Cuando has pasado por todo esto, al final descubres que lo que antes considerabas riesgo, en realidad es simplemente una posibilidad que se te ofrece, y tú decides, desde tu forma de pensar y haciendo uso de ese libre albedrío tan genial que todos tenemos, si aceptas o no.
Así puedes crear tu propio estilo de vida, haciendo las paces con lo que cada uno considere arriesgado.
Aprendizaje: ¿Riesgo? Realmente es una oportunidad que la Vida te muestra para aprender que se puede ser feliz independientemente de las circunstancias. En todas ellas. Incluso en las que más se arriesga.
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