SE ACERCAN LOS DÍAS MÁS “MÁGICOS” DEL AÑO

Pasa el puente de diciembre, y aunque la publicidad se empeñe en adelantarlo, ahora sí… ¡YA ES NAVIDAD!!

🎄Navidad…Los mejores deseos y muestras de afecto a quienes amamos y a quienes nos aman🎄.

¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!😍

La cena íntima de Nochebuena, los encuentros con la familia y con amigos, compartir suerte con la Lotería, las 12 uvas y los ritos de Nochevieja, las campanadas del reloj de la Puerta del Sol, , Cortylandia y las calles repletas de Madrid, el roscón de Reyes, el placer que ofrece el cierre del año para hacer balance y ajustar cuentas con la vida, no solo con la báscula, saludar el 2019 al grito de “Feliz Año Nuevo”, etc.

Amamos de manera incondicional la Navidad, pero no cumplimos con ninguna de estas tradiciones. Nosotras celebramos la Navidad como cualquier otro día maravilloso, nuestra felicidad no la limitamos a unas fechas, condiciones, alimentos, regalos, etc.

¡PARA NOSOTROS TODOS LOS DÍAS SON UNA FIESTA Y TENEMOS ALGO QUE CELEBRAR!!

Ni navidades pasadas, ni futuras, ni presentes, solo son períodos de tiempo en nuestra mente, creada por la iglesia en el siglo IV d.C., que cada vez se celebra de una forma más pagana.

En nuestro espíritu todos los días son guays, ¡TAMBIÉN LOS DE NAVIDAD!!

¿Por qué limitarnos a unas fechas para disfrutar de todo el maravilloso fondo que tiene la Navidad? ¡Qué sea Navidad todo el año!

No hace falta ser o el señor Scrooge del cuento de Dickens o sentirse como James Stewart en ¡Qué bello es vivir! La Navidad también es neutra para nosotros: nos gusta disfrazarnos, poner el árbol, los villancicos,etc. Pero ni más ni menos que nos encanta el “Día de Muertos”, el “Carnaval”, las vacaciones en la playa o la visita a los abuelos.

A veces, la inercia del trabajo y de la cotidianidad de los días hace que no nos demos cuenta de que podemos celebrar todos los días un nuevo amanecer, en vez de esperar a unas fechas concretas que quizás por un motivo o por otro no sean las mejores.

Si limitamos la celebración a días concretos y establecidos culturalmente en vez de celebrar siempre que tengamos la ocasión, se puede generar una comparativa entre lo que tuve, lo que tengo y lo que iba a tener… algo que evoca nostalgia y en donde el pasado no te deja disfrutar el presente que se convierte en expectativas de futuro.

Y es aquí donde aparece la famosa hipocresía navideña, acuñada por aquellos que comulgan con esa norma social no escrita que dicta que hay que ser mejor persona en Navidad. La falta de recursos de quienes no pueden permitirse subir al tren del consumo, el exceso de tráfico y de aglomeraciones tanto en la calle como en los centros comerciales, las disputas familiares; y, cómo no, su polo opuesto, el sentimiento de soledad. La sociedad dicta que la Navidad es alegría, positividad y amor independientemente de si estás trabajando o en el hospital (Manu te queremos).

Sesiones de cordero y restos durante 15 días, las escaleras mecánicas de El Corte Inglés a todo gas, como si aquello fuera la Disneylandia, los selfies de señores de Murcia en la Puerta del Sol, las uvas, los cuartos, el cuñado insoportable, siempre indestructible, el liguero rojo en la pantorrilla…

TODOS SOMOS VÍCTIMAS DE LOS DÍAS MÁS “MÁGICOS” DEL AÑO.

Comamos lo que queramos, saquemos nuestro niño interior, cantemos y bailemos al son de Mariah Carey, PERO TODO EL AÑO, LA VIDA NOS DA ESA OPORTUNIDAD

¡¿PARA QUÉ ESPERAR A LA NAVIDAD!!!?

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