‟Pocos son lo suficientemente sabios para preferir la censura, que es útil, a la alabanza, que es traicionera” La Rochefoucauld.
Apreciemos la humildad, a respetar y respetarnos, a no darse importancia y vivir con naturalidad, de una manera simple y sin dudas ni miedo.
A nosotras nos encantan las personas humildes, aunque no necesariamente tienen porque parecerlo. Solo los que quieren VER descubren el interior de su interlocutor y no lo juzgan por las apariencias.
Y es que la humildad no es un gesto apreciado por todo el mundo. A veces se confunde con carencias de algún tipo, cuando realmente representa la grandeza de quien te mira únicamente desde el amor.
Por eso muchas veces va acompañada de bondad o de un componente de altruismo, ya que a la persona humilde le preocupan los demás y está atenta a su bienestar.
Lo que hemos constatado muchas veces es que los GRANDES siempre son humildes y reconocen enseguida a los impostores que adoptan actitudes de persona importante, porque saben por propia experiencia que ellos no tienen nada que perder o que ganar, que hoy están arriba y mañana abajo, que todos somos iguales, aunque diferentes…
Siempre sacan un aprendizaje de sus equivocaciones. Por eso si les alabamos, nos agradecerán el gesto, pero no su acto. Y si los criticamos, se lo tomarán como un nuevo aprendizaje.
La humildad suele ir acompañada de compasión. Las personas que se creen superiores juzgan las equivocaciones de los demás y les cuesta perdonar. Pero quien conoce la humildad, ve en el otro simplemente a una persona en el camino y entiende por lo que está pasando.
Seamos naturales, simples y no nos demos importancia. Todos somos iguales.