MOTIVOS

por Any Pascual

 “Un genio es alguien que ha tomado posesión de su mente y la dirige hacia los objetivos de su interés, sin dejar que las influencias externas le quiten las ganas de seguir adelante o le guíen por mal camino”. Napoleon Hill.

Todos los seres humanos nos movemos por motivos. Cada persona actúa o decide no actuar según sus propios motivos, sus propios valores, su propia y única manera de entender el mundo, que es lo que la convierte en un ser humano individual y capaz, con sus dones personales que aportar.

La verdadera educación saca a la luz esos motivos. El primer paso para conocernos a nosotros mismos es descubrir las razones por las que somos así.

Todos los seres somos uno, todos los seres tenemos consciencia (de algún tipo, la mayoría diferente a la nuestra como humanos). Es como los rayos de luz, nosotros solo podemos percibir con claridad los del espectro visible, y aun así sabemos que existen otros de una mayor y menor frecuencia. Todo en el universo está hecho igual que todo lo demás.

Y los seres humanos tenemos una gran cualidad, la de ser tanto humanos como seres, tanto cuerpos físicos que pueden actuar en el entorno como entes espirituales con un alma propia y capacidad de elección. Si alguien ha podido lograr algo, cualquiera puede, independientemente de las circunstancias, si decide conectarse con el estado vibratorio sincronizado y sintonizado con esa posibilidad. Somos responsables de nuestras propias vidas, porque siempre tenemos la opción de cambiar de camino. Es una decisión. En realidad, todos nosotros tomamos miles de millones de decisiones cada segundo de nuestras vidas. La mayoría son tomadas por nuestras células, o por nuestro inconsciente, y aun así son decisiones nuestras, porque siempre podemos cambiar.

Dependiendo de lo que comamos (una decisión consciente), nuestras células cambian.

Dependiendo de aquello en lo que nos enfoquemos, el subconsciente también cambia.

Entonces, si todo cambia siempre con cada decisión… ¿Qué permanece inalterable? El espíritu, y el espíritu se expresa a través de los motivos y los propósitos de vida. También podemos cambiar la forma de expresión, al igual que un paisaje puede ser expresado en una novela o en un cuadro, y eso se cambia a través de la evolución del alma.

Los motivos son un poco diferentes al propósito, siendo ambos intangibles y espirituales. Son como dos caras de la unidad, solo que no son opuestas, sino complementarias.

Una explicación en pocas palabras de la diferencia entre uno y los otros es: si la experiencia humana es el cómo, y el propósito es el para qué, los motivos son el por qué.

El espíritu puede guiarnos a través del propósito… y mientras tanto, los humanos nos guiamos a nosotros mismos mediante motivos.

La mayoría desconoce cuáles son sus motivos, porque muchos de ellos son escurridizos y se ocultan tras el “deber”. Para algunos de nosotros, las preguntas de “¿Por qué?” son incómodas, y aun así ahí está un gran paso para descubrir nuestra individualidad.

Por ejemplo, una pregunta típica, ¿por qué trabajas?

Algunas respuestas pueden ser: para hacer algo, para ser útil, para que me reconozcan, para cubrir mis gastos… Todos esos pueden ser ambos, motivos y propósitos. 

Pero si indagamos más la mayoría de las razones son motivos, no propósitos.

Siguiendo con el ejemplo, a veces trabajas porque necesitas cubrir tus gastos todos los meses de forma regular. Ese es el motivo de la seguridad, en este caso monetaria, o de la falta de incertidumbre.

Otras veces trabajas porque tienes la necesidad de que te reconozcan, el motivo de la valía personal.

Otras veces tu motivo es que quieres hacer algo con tu vida, o ser útil.

Algunos días trabajas porque amas tu trabajo, y en ese caso está claro que es un motivo.

Una forma muy fácil de distinguir entre un motivo y un propósito, además de lo ya dicho, es preguntarse si ese impulso de hacer algo que se tiene va a mejorar el mundo (tu casa, tu vecindario, tu ciudad…) o solo evitar males mayores. En el último caso, la mayoría de las veces es un motivo.

Es muy fácil diferenciarlos si ponemos otro ejemplo: una empresa, pongamos que una librería, quiere hacer accesible el conocimiento global a un pueblo pequeño. Ese es su propósito. Ahora bien, su motivo es diferente. El motivo de que su localización esté en la calle más concurrida del pueblo es que la mayor cantidad de gente pase por la tienda, y el motivo del color de su fachada puede ser el de distinguirse de los otros comercios, o bien el de expresar el gusto estético de una persona concreta. O quizá el motivo de que exista la librería es que su dueña no tuvo muchos libros para leer de niña, y quiere que los de la próxima generación no pasen por eso. Quizá sea más fácil verlo en esto último, aunque todo lo dicho está muy relacionado con el propósito de esta fantástica librería.

Tomamos decisiones en base a los motivos, normalmente, y esas decisiones pueden dirigirnos al propósito.

Mis células tienen el propósito de mantenerme viva y saludable, en las mejores condiciones posibles, y los motivos por los que existen son muy variados.

Mi propósito está relacionado con comunicar, y mis motivos para hacerlo de una forma u otra varían a menudo. Quizá hoy simplemente quiero contaros esto, con un motivo de autoexpresión, y sin embargo mi motivo para la elección del próximo libro que leeré puede ser completamente diferente. Y aun así todos forman parte de mí, todos están siendo generados por mi alma de una forma u otra.

Por eso, todos los días soy consciente de cómo se relacionan mis motivos, entre ellos y con el mundo, de cuáles son y de por qué están ahí.

Todos los seres vivimos y actuamos según, y gracias a, unos motivos, que existen en nosotros, que conforman cómo nos comportamos, que pueden ser y muchas veces son distintos a los de otros seres. Solo tenemos que ser conscientes de cuáles son los nuestros. Una vez que lo somos, podemos enfocar nuestros motivos en la dirección de nuestro propósito, y recorrer el camino felices, sabiendo que cada acto importa.

Aprendizaje: Todo lo hacemos por algo. Descubrir nuestros motivos nos hace conscientes y nos acerca a nuestro propósito de vida.

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¿CÓMO CONSEGUIR RESULTADOS MÁGICOS?

“El alma siempre debe mantenerse entreabierta, lista para dar la bienvenida a la experiencia extática”. Emily Dickinson.

El cerebro del ser humano avanza gracias al corazón. Si nos fijamos en la raíz etimológica de la palabra emoción, descubrimos que proviene del latín  “emovere” y que significa “movimiento hacia”. Las emociones nos empujan a movernos. 

El entusiasmo, por ejemplo, es una de esas emociones que nosotras utilizamos para movernos en la vida. Pero a veces, de forma consciente, utilizamos la ira, el miedo, la compasión, etc. 

Nosotras creamos las condiciones que hacen posible que nuestros sueños se hagan realidad a partir del conocimiento y del equilibrio consciente de las diversas emociones, ya que esto nos acerca a resultados mágicos, inesperados y magníficos. 

Las emociones son el abono para el cerebro y nos hacen avanzar. Se trata de un sentimiento intenso del ánimo que nos carga las pilas para afrontar algo concreto.

Nosotras para ser competentes en diversas áreas, primero nos formamos y después lo llevamos a la práctica, por ejemplo, con entusiasmo. Así  creamos la magia del resultado positivo. 

Sabemos que el éxito es consecuencia de una extraordinaria competencia. Y nuestra competencia es consecuencia del impulso de nuestras emociones. Y si nuestras emociones las impulsamos con el conocimiento, la consecuencia, de la consecuencia, de la consecuencia de esa emoción impulsadora es lo que crea la magia en el resultado. 

Los genios han utilizado sus emociones durante siglos para crear cosas impensables para generaciones anteriores, gracias a su entusiasmo, ira, alegría, sufrimiento… 

Aprendizaje: Utilicemos las emociones de forma consciente como impulso positivo para lograr nuestros sueños.

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PACIENCIA

 “La paciencia es el arte de la esperanza”. Luc de Clapiers.

Cuando los aprendices de música practican seis horas su instrumento y aseguran que no es suficiente para llegar a cierta maestría, no es que sean torpes, todo lo contrario. Crecer, evolucionar, avanzar… es el resultado de una acción lenta y constante, la mayoría de las veces, sin muchos resultados apreciables a corto plazo. 

Por eso para nosotras es tan importante cultivar la paciencia, porque sabemos que es la base para triunfar en cualquier área de la vida. 

También hemos aprendido, con los años, que con un tiempo corto de máximo esfuerzo generalmente no se obtienen resultados que mejoren nuestra calidad de vida global. Así que nosotras, cuando queremos tener grandes logros, sabemos que tenemos que dedicarle tiempo, energía, y poner el foco en eso que queremos lograr. En unas semanas, por mucho que lo deseemos, no vamos a arreglar cosas importantes, ni lo que otras personas han tardado diez años en conseguir. 

En la actualidad se dan muchos placebos y analgésicos buscando atajos, milagros o soluciones fáciles. Todo se vende bajo la premisa de que es fácil conseguir resultados sin sacrificios. Pero el camino correcto, orgánico y natural no tiene atajos y requiere de una actividad continua y constante. Los grandes resultados se consiguen lentamente, tomando acción, con ilusión y disfrutando de la verdadera recompensa: el camino.

Por eso nosotras buscamos una educación integral, no sólo de la mente o el intelecto, sino también del cuerpo y el espíritu interior, hasta ser felices, armoniosas y estar llenas de paz. Libres de toda tensión. 

Con el tiempo sabemos que si mantenemos el equilibrio recogeremos los frutos como por arte de magia, que es muy diferente al milagro espontáneo.

No tenemos miedo a luchar por nuestros sueños. Preferimos cultivar la paciencia que tener una vida de terror por estar en manos de terceros. Nosotras elegimos nuestra vida, aceptando que gracias al caos todo cambia continuamente, mientras disfrutamos de nuestro libre albedrío hasta el destino. Y no esperamos un milagro como resultado final, porque el verdadero camino nunca tiene fin, porque cuando tomamos las riendas de nuestra vida y despertamos, entonces vivimos en el todo o la nada, según se mire. 

Ahora sabemos que vivir en esta sociedad distópica implica aceptar una dualidad ineludible: o es positivo o negativo. Pero la verdad es que si aceptamos que las cosas no son ni blancas ni negras, aunque también duelan y no sea fácil, podemos vivir sin miedo, libremente. La libertad es fundamental para una vida feliz, que no tiene nada que ver con el buenismo, ser carne de cañón de la industria del desarrollo personal, la salud, etc. Nuestra libertad empieza por ser dueñas de nuestro tiempo, conocedoras de nosotras mismas a nivel emocional, espiritual y mental, e indomables frente a los que por sistema o negacionismo nos intentan inculcar su forma de ver el mundo. La experiencia es nuestra maestra. Aprendemos de maestros reales, tomamos acción y si nos equivocamos, nos levantamos y lo volvemos a intentar. Pero tenemos cada vez más herramientas para levantarnos ágil y hasta grácilmente.

Disfrutamos todos los días de un nuevo amanecer, de un nuevo comenzar, de una nueva oportunidad. La libertad sobre nuestra propia vida nos llena de alegrías e inevitablemente, de algunas cosas que nos gustan menos pero nos hacen aprender, conscientes de que estamos vivas.

Aprendizaje: Seamos pacientemente libres.

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DISFRUTAR DE TODA LA VIDA

“Para ser interesante hay que interesarse.” Dale Carnegie.

Si estamos muy centradas en un trabajo, una tarea, un objetivo, parece que el mundo se parara y nada más pasara a nuestro alrededor. Sin embargo, cuando acabamos nos damos cuenta de que la vida sigue sin nosotras y que quizás nos perdimos parte, por estar centradas en exclusiva en la tarea anterior.

Por eso intentamos fluir. Si no disfrutamos plenamente del día a día, la vida pasará, de un hecho a otro, y nos perderemos muchas cosas que nos rodean.

Por eso hemos decidido aprovechar nuestras capacidades y abrir nuestras miras y nuestra vida a muchas cosas diferentes que nos afectan y con las que nos relacionamos. Hay muchas cosas importantes: la familia, una saludable alimentación, nuestro hogar, nuestra terapia… Pero el equilibrio vital sabemos, por experiencia, que está en un compromiso propio para mantener al mismo tiempo nuestra energía, nuestras inteligencias múltiples, nuestras capacidades y disfrutar del tiempo vital, para cubrir todos los aspectos de la vida, y no uno solo. Si unos pesan más que otros, desequilibraremos la balanza y al final esto nos pasará factura.

La vida transcurre para todos, pero no todos la vivimos plenamente.

Para disfrutar del mundo, aún en las circunstancias más adversas, estamos enfocadas en cultivar la “prosperidad compartida” en todos los ámbitos de la vida, y no solo en una parcela.

Nuestras distintas experiencias vitales nos llevan siempre a la misma conclusión: carpe díem.

Aprendizaje: Vivamos plena y conscientemente.

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CUIDANDO DE NUESTROS CUERPOS

“Solo hay un bien, el conocimiento. Y solo hay un mal, el desconocimiento”. Odile Fernández.

Nosotras tratamos de equilibrar, armonizar y energetizar nuestro ser a través de los alimentos y también nutrimos el cuerpo físico respirando, bebiendo y siendo felices, para alimentar nuestros pensamientos, nuestro ánimo y el alma.

No comemos por supervivencia, por placer, por pertenencia a un grupo… comemos con el objetivo consciente de optimizar nuestra vida, equilibrando el hambre física, emocional, mental y espiritual. Una vez que tenemos afortunada y saludablemente satisfecha el hambre física, viajamos por los diferentes tipos de hambre para que todos estén satisfechos. Miramos hacia el interior, hacia que necesita como alimento nuestro cuerpo emocional, espiritual y mental.

Aprendemos a diario para que nuestros pensamientos rápidos no dirijan nuestras vidas, según unas normas y sistemas establecidos por otros, y no nos dominen las creencias en blanco o negro. 

Nos centramos en las sensaciones que nos envía el cuerpo, en nuestro instinto, y facilitamos que el resto de hambres sean nutridas.

Sabemos, por nuestra experiencia en Parálisis Cerebral, que los cambios saludables en el cuerpo físico son muy lentos y que es cuestión de paciencia si queremos conseguirlos. Nosotras hemos tenido que estudiar mucho para entender que el proceso de avance de Any a nivel físico tiene que ser necesariamente lento. Un avance rápido puede suponer un desequilibrio inaguantable. 

A los cuerpos emocional y espiritual nadie nos ha enseñado cómo alimentarlos, por eso nos dan miedo, por lo desconocido. Y a veces no los queremos conocer bien, porque entonces pesan mucho. Lo que nosotras tenemos claro es que no utilizamos la comida para alejarnos de ellos, inhibirlos, taparlos…

Nuestra mente, la torre de control, está llena de información y es rápida como un cohete. No nos deja tiempo para reflexionar, porque ya está en otra cosa. Así que nos paraliza o nos confunde con todas las posibilidades. Conocer nuestra mente alimenta nuestro cuerpo.

Como vivimos desde el corazón, buscamos alimentarnos con equilibrio, moderación y sin extremos.

Damos importancia a cómo ingerimos los alimentos: texturas, colores, sabores, sensaciones, energías, temperaturas… para alimentar a todos nuestros cuerpos y órganos vitales, al mismo tiempo que somos conscientes de otras necesidades que también nos nutren.

Nuestro cuerpo físico necesita descanso, respirar, movimiento, lavarnos, que vayamos a terapia, etc., que son también alimentos.

Nuestro cuerpo emocional necesita que nos escuchen, nos ayuden, nos acompañen, etc. Y un medio de eliminación de la basura acumulada. Porque nosotras somos las creadoras de nuestras emociones, no los demás. Necesitamos amor propio, ver el amanecer, el olor de los pinos, música…

Para el cuerpo mental buscamos tranquilidad, silencio, relajación, visualización… Calmamos la mente y aquietamos nuestros pensamientos con ejercicio físico, bailar, cantar, etc. Porque cuando el cuerpo se cansa la mente descansa.

Y el cuerpo espiritual lo alimentamos siendo conscientes y agradeciendo, orando y meditando. Tenemos que elevar nuestra vibración como seres de luz que somos, seres energéticos. Descodificamos nuestra alimentación, para que nuestro campo áurico esté equilibrado. 

Nosotras somos conscientes de que los cuatro cuerpos tienen que formar un equipo para vivir en PAZ desde el AMOR y ser FELICES. Amarnos y amar a los demás está muy relacionado con lo que comemos a todos los niveles.

Alimentar todos nuestros cuerpos siendo conscientes de nuestras acciones y relaciones es muy importante.

Tenemos un cerebro en la cabeza y otro en el intestino y ambos están conectados. Esta conexión es muy importante para que nuestros neurotransmisores funcionen bien, como la dopamina o la serotonina. Estas controlan nuestro estado de ánimo, nuestro comportamiento,  y depende también de la calidad de nuestro sistema digestivo. Por su lado, cada órgano corporal tiene una emoción diferente, y según cómo comamos, nuestros órganos estarán más o menos saludables: mucha proteína nos hará estar irascibles y coléricos; etc. 

Peso, barrera de toxinas, síntesis de vitaminas, formación de neurotransmisores, defecación, absorción de nutrientes, estado de microbiota… todo está basado en la conexión entre nuestro sistema digestivo y el cerebro. Por lo tanto nuestra consciencia depende también de los alimentos que ingerimos, la calidad de la microbiota que tengamos y de la absorción correcta de los nutrientes para nuestro cerebro. 

Por eso nosotras no intoxicamos nuestro cuerpo con alimentos “sucios” que nublan nuestra vida y nos pueden hacer confundir la falta de voluntad con el no poder hacer algo… Nada de comida ultra procesada, azúcar, carbohidratos simples, gluten, leche, exceso de proteína, aditivos, etc. Evitamos los antinutrientes (trabajo externo) y favorecemos la asimilación de los alimentos (proceso interno).

Nuestras Hormonas, Sistema Digestivo y Sistema Nervioso van de la mano. Necesitamos comida saludable, higiene en nuestra vida y aprender a gestionar nuestros recursos y distinguir si necesitamos comer mejor, o saber que aunque comamos de forma saludable necesitamos un abrazo, salir a dar un paseo, desconectar… Todo es alimento. Y descansar durante la noche también es importante para nuestro sistema. Para nosotras es tan simple como hacer un ayuno 16/8. Un ayuno físico, pero también emocional y mental. 

Sensibilidad salutogénica, amor infinito y consciencia ecológica a la hora de alimentarnos. 

Aprendizaje: Nutramos nuestro ser.

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